Columnas
En los últimos días hemos visto en los medios que se erigen como demócratas, expertos en democracia y hasta maestros en esta materia dos personajes cuyo ejercicio político y social puede ser todo menos democrático.
Acostumbrados por sus tareas cotidianas a que hay todavía quienes les creen, se dicen influidos por sus mandatos, irrumpen en la vida informativa como entes que pudieran ser escuchados cuando en realidad son lo que la historia decid y están donde la sociedad determina.
Ambos creen tener, en la palabra democracia, el camino hacia la inmortalidad según sus criterios y postura política; sin embargo, en los hechos muestran ser violentadores, transgresores de las leyes, autoritarios, tiradnos con vocación de dictadores y hasta agresores de la población. Lo cual los descalifica no sólo como demócratas sino como seres humanos normales, porque están más cerca de ser deñlincuents antisociales que demócratas o líderes.
Se trata, en primer lugar de la catedrática del ITAM; Dennisse Dresser, quien escribió un libro “para enseñarles a los mexicanos lo que es la democracia”, es decir, ilustra a la población a concoer la definción de democracia que más conviene a los intereses de una persona que se muestra no sólo frívola sino ignorante del momento que vive el país.
Después de haber sido sancionada por el Tribunal Electoral del Poder Judicial por violencia política de género contra una joven diputada, ahora considera tener la calidad moral de mostrar su muy particulares puntos de vista sobre la democracia y subirlos como ejemplo y enseñanza en un libro que cualquiera puede escribir. Del simplismo al escribir pasó al cinismo al expresarse e intenta mostrar que en su mundillo todavía tiene algo importante que expresar.
El otro personaje es todavía más grotesco y crea una duda si colocar sus expresiones en el mundo de la comicidad o en el de la delincuencia política. En un alarde de poder absoluto exige a los militantes de Movimiento Ciudadano derrocar a Dante Delgado del liderazgo e implantar lo que el empresario X entiende por democracia: unirse a su equipo. Esa democracia que demostró al elegir por dedazo a Xóchitl o a Santiago Taboada.
Para el personaje X, disfrazado de empresario, un acto de democracia de los emecistas sería que ese partido se uniera al remedo de alianza electoral que es recientemente denominado Fuerza y Corazón por México, anteriormente ostentaba el nombre de Frente Amplio por México, luego de que el propio Dante afirmó que su partido so se subiría al Titanic que se hundirá pronto, haciendo referencia a esa frágil alianza opositora.
Estos dos personajes, desconocedores de la realidad del país, transgresores de leyes electorales y penales, ahora intentan ser guías de un barato manual de democracia, para una sociedad que los rebasó desde hace mucho tiempo.