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Su caminar era lento, miraba hacia el piso como si algo se le hubiera perdido, aunque caminaba en medio de todos sus compañeros de la escuela, nadie lo veía, nadie se percataba de que algo le estaba sucediendo.
Al llegar a su casa, pasó lo mismo, su mamá no se dio cuenta de que ya estaba ahí, estaba ocupada haciendo la comida, sus hermanos tampoco lo vieron estaban apasionados en su videojuego preferido.
Se dirigió a la recámara que compartía con sus dos hermanos, cerró con seguro la puerta y se tiró en el piso para escribir una nota que decía solamente: “No puedo más”, sacó de su mochila una navajita y de un solo movimiento terminó con todo.
Nadie se dio cuenta de nada, hasta que uno de sus hermanos quiso entrar a la recámara y no pudo porque estaba el seguro puesto y se imaginaron que se había encerrado su hermano, le empezaron a gritar y al no obtener respuesta forzaron la puerta, pero al abrirla la imagen que vieron, hasta el día de hoy los tortura porque ya pasaron cinco años y se siguen preguntando ¿qué pasó?, ¿qué dejamos de hacer?, ¿por qué no vimos que le estaba pasando algo?, ¿por qué no estuve más tiempo a su lado?... preguntas que los llevan a decir “esto lo pude haber prevenido”.
Esta puede ser la historia de cualquier persona, niña, niño, adolescente, joven o adultos, en nuestro país, historia que todos los días se reproduce de manera alarmante y que ha sido motivo de que el suicidio se reconozca como un problema de salud pública.
El suicidio, según el Instituto MSS, ha alcanzado cifras que lo ponen a la par de los fallecimientos cardiacos, la diabetes mellitus, el cáncer, enfermedades del hígado entre otras, reconociendo en este dato que por cada suicidio consumado hay por lo menos 20 intentos.
Esto ya reflejado en cifras obtenidas por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), nos indica que solamente en 2023 se registraron 8 837 suicidios. De estas personas el 81.1 %, correspondió́ a hombres y 18.9 %, a mujeres, correspondiendo el 65.6 % a personas menores de 40 años. En lo que respecta a niñas, niños y adolescentes, las cifras indican que de 2016 a 2022 el número de suicidios subió en un 20%.
Los datos anteriores, nos obligan como sociedad a realizar una gran reflexión, concientización y actuar en torno a este problema que se puede prevenir, si sabemos observar, escuchar y sentir a quienes están a nuestro alrededor.
Sí, observar, escuchar y sentir a las y los otros, porque en la dinámica de la vida diaria hemos dejado de darle importancia a muchas actitudes por pensar que son normales o mucho peor las estigmatizamos, lo que vuelve más compleja cualquier situación que están viviendo las personas.
Entre las actitudes o señales a las que debemos ponerle atención están: el estrés, los miedos, la ansiedad, el aislamiento, sentimientos de incomprensión, la tristeza, la neurosis, baja autoestima, autolesiones, consumo de sustancias o drogas, bajo rendimiento escolar, inexpresividad, cambio de apariencia y vestimenta, trastornosalimenticios… entre otros, los cuales en forma e intensidad variaran de persona a persona.
En todos los casos lo que los especialistas aconsejan es que hablemos, escuchemos, acompañemos, promovamos que expresen sus emociones y sentimientos, empatizar, demostrar atención, interés y amor hacia la otra persona y tener el “valor” y la sensibilidad para hacerse acompañar de un especialista, reconociendo que “el suicidio se puede prevenir”.
ROSALIA ZEFERINO SALGADO
Dra. en Educación y Asesora en Comunicación Estratégica
e Imagen Pública