En días pasados, fiel a su vocación destructiva de los valores cristianos y morales de nuestro país, el nefasto partido Morena, presentó a la Comisión de Igualdad de Género de la Cámara de Diputados una iniciativa que, de prosperar, legalizaría el abominable crimen del aborto en todo el país.
Resulta increíble que en un país desgarrado por una violencia que crece sin que el gobierno ponga en práctica una estrategia seria para detenerla, se propongan legalizar una infamia peor que el crimen organizado: el asesinato de niños inocentes no por sicarios, sino por sus propias madres con ayuda del Estado.
Si en una sociedad no se respeta el primer derecho de todos, que es la vida, los demás derechos se debilitan y tergiversan; como resultado tiene más valor la vida y la protección de un animal o del medio ambiente que la de un niño en gestación. Las redes sociales pueden sacudir a una sociedad entera para salvar la vida de un perro o un gato, sin que esa misma sociedad se conmueva por el asesinato de millones de niños, haciendo del homicidio y feminicidio del aborto la mayor causa de muertes en el mundo. El año pasado fueron asesinados más de 42 millones de bebés en el vientre materno. Nadie clama por ellos. La misma Iglesia se ha entregado fervientemente a defender el medio ambiente y otras ocurrencias en nada comparables a este diabólico holocausto.
Los católicos no podemos quedar impasibles ante este embate del demonio ejecutado por Morena. El aborto es absolutamente satánico. Demoníaco es el odio a la vida humana; la supresión sanguinaria de aquella como acontece en el aborto, implica la extinción violenta de la vida. Absolutamente falso el eufemismo “interrupción del embarazo”. Una vez ejecutado el cobarde acto, la inocente vida de un niño se habrá eliminado.
Los impulsores de esta abominación no son promotores de derechos, pues nadie tiene derecho de matar a un niño indefenso. No es una libertad destrozar en el vientre al propio hijo, eso es un pecado gravísimo que lleva consigo la excomunión inmediata tanto para la madre que lo realiza, como para sus cómplices. El criminal aborto deja secuelas de culpa, depresión y vacío en las mujeres, quienes generalmente, aunque reciban el perdón de Dios mediante la absolución sacramental de este delito, ellas nunca se lo perdonan.
La única manera de hacer presión sobre Morena, movimiento de inspiración satánica e infanticida, es mediante el castigo del voto. Si Morena aprueba este nefasto crimen, en conciencia, ninguna católica debe de votar por ese partido, de hacerlo estarían cometiendo un grave pecado, pues se prestarían a ser cómplices de un crimen y aliados culposos del maligno.