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El ganso que se convirtió en elefante

El ganso que se convirtió en elefante

Columnas viernes 03 de abril de 2020 -

La expresión “¡me canso, ganso!” no es nueva. Posiblemente la haya escuchado en personas de la generación de mi mamá o, incluso, de la mamá de mi mamá, y la connotación fue siempre la misma: tal o cual cosa, se hace porque se hace; porque lo digo yo; o, si quieren algo más cargadito, por mis bolas. Es decir, era reflejo de un voluntarismo en primera persona que, sin importar qué o quién, iba a hacer posible por élla o él mismo la realización de algo. Sin ceder, sin negociar, sin dividir tareas, sin liderar, sólo hay espacio para una voluntad que impone.

Desde luego fue gracias al Presidente López Obrador que esta frase, un tanto en desuso, volvió masivamente al vocabulario de los mexicanos y, adicional a todo lo anterior, adquirió una interpretación nueva: el impulso personalísimo del Presidente para, más allá de conveniencias, factibilidades, criterios técnicos, científicos, sentido común o la realidad misma, hacer posible la llamada Cuarta Transformación. Si la realidad no se ajustaba a las ideas preconcebidas del Presidente y las políticas que la 4T viene a impulsar, habrá que construir una nueva realidad. De hecho, muchas veces para no llamar al Presidente por su nombre en no pocos espacios han terminado para referirse a él como “el ganso”.

Este ganso que en campaña era firme en su discurso y objetivos pero, como buen ganso, de mordida rápida y ágil en los esgrimas verbales y mediáticos, una vez en el poder empezó a cambiar. A partir de la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México en Texcoco (NAIM), debido a la vida en Palacio poco a poco ha ido perdiendo plumas y su piel se ha ido engrosando.

Un poco más pesado cada día, porque insisten en no dejarlo ir a caminar por todos los municipios y meterlo a reuniones, pierde agilidad y cada vez con mayor frecuencia tiene que apoyarse en sus alas para caminar, que han ganado potencia y cada vez se ven más anchas y fuertes. Eso sí, como prueba de su salud, mantiene una memoria impecable.

Su memoria es tan buena, que en el brote de Coronavirus o COVID 19 recordó cada detalle de cómo reaccionó el Gobierno de Felipe Calderón cuando en México se dio, y contuvo, el de H1N1. Cuidó de hacer las cosas totalmente distintas y, como los gansos también son aves, buscó cruzar por el pantano de la pandemia sin manchar su albo plumaje, dejando al Subsecretario López-Gatell y al Canciller Marcelo Ebrard lidiando con cosas tan engorrosas como la realidad.

Ahora que se habla de crisis económica y los funcionarios de la SHCP revolotean y trinan, alrededor de esas notable orejas con las que se ufana de escuchar a su pueblo, con consejos para revisar los parámetros de la política económica o planteando una política fiscal expansiva, el líder que ya es un Señor Ganso de unos 5 o 6 metros de altura (tamaño histórico, le cantan sus corifeos) y unos 5,000 o 6,000 kilogramos de peso (peso específico, dicen sus colaboradores tratando de desviar la conversación), revive en su memoria como los tecnócratas se robaron al PRI en el que él se formó.

Cuando sale de sus recuerdos se da cuenta que la SHCP ya tiene listos los “escenarios” que, para no contrariarlo y evitar su bramido, presentan como si fueran para el 2021 pero que en realidad, son para ajustar el 2020 reconociendo que el país está en crisis (la proyección del crecimiento económico va de crecer 2% a caer -3.9% en el 2020) y que la falta de crecimiento terminó por quebrar el superávit primario (pasa del 0.7% a -0.4%). Realismo, lo llaman algunos.

El Señor Ganso parpadea con sus largas pestañas y ve a todos, en su país y en el extranjero incluido a su amigo Trump, corriendo mientras tratan de cavar zanjas y conseguir agua para minimizar los daños de un gran incendio que amenaza con quemar todo, incluido Palacio. Sus colaboradores lo miran esperanzados mientras esquivan chispas y brazas calientes. Todos esperan sus instrucciones ¿para ir con el FMI y aprovechar las líneas de crédito que tiene el país?, ¿viajar a Washington y negociar un programa de apoyo con la Estados Unidos?, ¿de plano quemar puentes e ir con los chinos?

El Señor Ganso mueve su trompa. El país calla. Sostienen la respiración. De manera paquidérmicamente lenta comienza a salir su bramido diciéndoles que mejor hay que esperara al domingo para hacer el anuncio y les cuenta sus recuerdos de cuando los tíos Luis y Jolopo manejaban el país.

El ganso se convirtió en un elefante. Falta ver el color.


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/CR

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