Se realizó la elección en Estados Unidos y, tal como adelantó la mayor parte de las encuestadoras serias, el demócrata Joe Biden se impuso tanto en el voto popular como en los del Colegio Electoral, al republicano Donald Trump. Sin embargo, lo cerrado de la elección genera dudas y retos para la administración Biden, Estados Unidos y, desde luego, México en nuestra calidad de vecino y principal socio comercial.
1. ¡Abuelita soy tu nieto! Entre muchos de los repentinos expertos en teoría constitucional comparada que surgen cada elección, está el lugar común de señalar al Colegio Electoral como la prueba de que el sistema electoral norteamericano no es realmente democrático. Sin embargo, olvidan que el sistema electoral de EU fue el primero diseñado para un sistema presidencialista democrático y que, lejos de ser superado a la primera de cambios, ha sido el basamento a partir del cual se han construido todo los demás (hasta Francia, vía la correspondencia ente Hamilton y Tocqueville, algo tiene de las 13 colonias en su presidencialismo). En este sentido el Colegio Electoral, al igual que el sistema bicamaral, fueron concesiones hechas para salvaguardar la Unión en un país que lleva su federalismo a fondo.
2. La belleza de lo local. De hecho, uno de los aspectos que más se nos complica a los mexicanos del sistema electoral norteamericano es su celo federalista. Mientras en Estados Unidos cada municipalidad (county) organiza su jornada electoral, en México apostamos por un Consejo, primero Federal y ahora Nacional, que organiza todo. Ventajas y desventajas hay en ambos enfoques, pero mientras en México cada vez que hay elecciones de consejeros denunciamos el riesgo de que se secuestre al Consejo Electoral desde el Poder, ni siquiera Trump vio viable hacer lo mismo con las 3,243 municipalidades de la Unión Americana.
3. Elección y mercados. Previo a la jornada electoral de Estados Unidos, me preguntaron cual de las dos opciones electorales le convenía más a los mercados y mi respuesta no pudo ser más anticlimática: cualquiera, siempre que haya un ganador. Ya fuese la reelección del presidente Trump, con su enfoque cortoplacista y rijoso, o lo que se espera sea una regularización diplomática de las relaciones norteamericanas con la comunidad internacional, de la mano de Joe Biden y Kamala Harris, ambos eran buenos escenarios en el corto y mediano plazo. Un impasse parecido al de 2000, cuando el mundo vio el chiquero que había en Florida, el estado definitorio que, para mayores suspicacias, era gobernado por Jeff, el hermano del candidato republicano George Bush.
4. Cambios en verde y en tricolor. Si las autoridades judiciales validan el triunfo de Biden podemos esperar un renovado interés del Washington por el medio ambiente e incluso su regreso al Acuerdo de París. El T-MEC, firmado por el presidente López Obrador y ratificado por los senadores de Morena, contempla que tanto Canadá como Estados Unidos pueden venir a supervisar si México aplica las normas T-MEC en temas laborales y medioambientales. ¡Menos mal que tenemos a Luisa María Alcalde y a Rocío Nahle en esos despachos!
5. Hay de crecimientos a crecimientos. Después de caer -18.9% del primer trimestre al segundo de este 2020, la economía mexicana rebotó y creció 12%. Un crecimiento importante, pero que no compensa lo perdido y que, comparado con el crecimiento de 33.1% de Estados Unidos en ese mismo periodo, nos obliga a ser prudentes y redoblar esfuerzos.