Al ser el décimocuarto día del levantamiento en contra del racismo sistémico y brutalidad policial en contra de personas afroamericanas en Estados Unidos, a pesar de que muchos medios de información principalmente destacaron brotes de violencia, enfrentamientos y saqueos, si observamos con mayor atingencia, el movimiento nos muestra su enorme riqueza y poderosa evolución.
La creciente y diversificada participación —aun frente a los riesgos que presente esta pandemia—, la pluralidad de tácticas empleadas, la notoria expansión geográfica, las incontables muestras de solidaridad y la suma de algunas corporaciones de seguridad al reclamo, dan cuenta de su gran capacidad evolutiva. El arrodillarse para recordar la posición de muerte de Floyd y retomada por figuras públicas con gran influencia, permanecer en ciertas posiciones corporales por el tiempo en que Floyd que fue sometido por los policías, horas fijas para efectuar cacerolazos por las ventanas, la gran marcha de silencio en Alemania, las imponentes “hakas” de Nueva Zelanda y hasta el toque de marcha imperial de “Star Wars” en Francia al paso de cuerpos policiales nos permiten atestiguarlo.
También podemos observar la rápida capacidad de adaptación del movimiento frente a la represión tradicional por cuerpos de seguridad, como ante la represión “inteligente” que pretende deslegitimarlo. Ante la primera, los manifestantes han usado paraguas como escudo ante granadas aturdidoras de luz, humo o gas lacrimógeno, utilizado conos de tráfico para envolverlas y minimizar su expansión, así como usado aspiradoras y sopladores para disipar o absorber los gases. Ante la segunda, se han elaborado campañas de divulgación que amplifican el reclamo como “Di su nombre” y la conmemoración de lo que sería el cumpleaños 27 de Breonna Taylor, también víctima de brutalidad policiaca.
Además, resulta imperioso que en un futuro se analicen los efectos que dicho levantamiento haya generado en cada sector. Por ejemplo, la protesta resonó en el mundo deportivo y revigorizó el acto simbólico de Colin Kaepernick —hoy sin equipo— al arrodillarse cuando se entonaba el himno nacional en los partidos de la NFL. En días recientes el comisionado Roger Goodell emitió una declaración aceptando el mal actuar de la liga al haber hecho oídos sordos ante las protestas de jugadores. Por otro lado, se aprecian peticiones específicas en otros ámbitos de la vida pública, como reducir el presupuesto de departamentos policiales para asignarlo a las comunidades afroamericanas marginadas y servicios sociales, la promulgación de leyes en toda la Unión que contemplen crímenes de odio y que el reclamo impacte en las próximas elecciones presidenciales.
Todos los días el movimiento evoluciona y se adapta. En meses posteriores podremos dar cuenta con mayor certeza del impacto que este movimiento tendrá en la historia de ese país y respecto del estudio de la resistencia civil.