Ex diputada federal, asesora de AC Impulsa y colaboradora del STUNAM
Durante la consulta de revocación de mandato, que el domingo pasado se realizó por primera vez en México, Morena superó los 11 millones de firmas que se necesitaban para convocar a este ejercicio democrático, pero para decirlo en términos de Realpolitik, fracasó en su intento de superar los 30 millones de votos que obtuvo Andrés Manuel López Obrador en las elecciones presidenciales de 2018.
La votación puso a prueba la capacidad de movilización de los principales actores políticos de Morena, pero éstos poco pudieron hacer ante la decisión de la mayoría de los electores de no acudir a las urnas para participar en este ejercicio democrático en el que solo depositaron su voto 16.5 millones de mexicanos –el 17.7 por ciento del padrón electoral–, de los cuales aproximadamente 15.1 millones votaron a favor de la permanencia del presidente.
Datos de la organización analítica colombiana Scielo (http://www.scielo.org.co) subrayan por ejemplo que las cifras del proceso del pasado domingo en nuestro país quedaron "muy lejos de los obtenidos en 2004 en Venezuela, donde participó un 69.92 por ciento del padrón electoral y de Bolivia en 2008, que alcanzó el 83.28.
"Además -indica Scielo-, hay que hacer énfasis que en al caso de México que sólo alcanzo el 17.7 por ciento del padrón, fue necesario movilizar toda la estructura partidista y de gobierno, que se fijó como meta tratar de superar los 30 millones de votos que obtuvieron en las elecciones presidenciales de 2018"
Lo anterior significa que 8 de cada 10 mexicanos con credencial de elector decidieron abstenerse, por lo que lo ocurrido el 10 de abril no puede calificarse como un éxito para Morena, debido a que el 80 por ciento de los electores no le atribuyeron relevancia o sentido a un ejercicio promovido desde el poder.
Como se vaticinó desde la víspera, luego de que se empezaron a conocer los primeros resultados, tanto la dirigencia nacional de Morena, los gobernadores y Claudia Sheinbaum, Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, responsabilizaron al Instituto Nacional Electoral (INE) por la abrumadora abstención registrada en la consulta. La dirigencia nacional del partido en el gobierno reiteró su intención de remover a los consejeros electorales, porque los considera un obstáculo para su pretendido cambio democrático.
Por ello, cabe esperar que durante lo que resta de la actual administración, se incrementará la polarización política y el linchamiento contra el INE. Sin embargo –pese a los señalamientos de Morena y del propio aparato gubernamental–, queda claro que, a pesar de los obstáculos, cumplió con organizar el proceso de revocación de mandato. El instituto ha podido mantenerse como una autoridad autónoma, garante de la transparencia y limpieza de las elecciones.
Hay que ser puntuales en señalar que, durante el ejercicio de participación ciudadana de este domingo, se repitieron viejos esquemas que creíamos ya superados, como el acarreo de votantes, el uso de recursos públicos para promocionar la consulta y comprar el voto, y la continua injerencia del gobierno, que incluso llevó a autoridades federales y a los gobernantes surgidos de Morena a violentar la Constitución, las leyes electorales y la veda electoral.
Sin embargo, lo cierto es que –pese a contar con todos los engranajes de gobierno puestos en marcha para obtener ventajas en el proceso de revocación–, ni la propia Claudia Sheinbaum, aspirante a suceder a López Obrador, logró demostrar su dominio en la capital, ni revertir los malos resultados de las elecciones de 2021. Las cifras preliminares y la escasa participación de la población en las urnas, demostraron que su fuerza como vocera de la consulta a nivel nacional no tuvo los efectos esperados.
Si nos remitimos a los resultados del pasado proceso electoral de 2021, estos pusieron en claro que a nivel nacional Morena ha venido perdiendo el sostén del voto urbano y la clase media, incluida la Ciudad de México, donde no se cumplió con los 3.5 millones de votos prometidos por Sheinbaum. Y aunque según algunas encuestas la aprobación para López Obrador se mantiene sin grandes variaciones, sí ha habido un cambio sustantivo entre los grupos que lo apoyan.
Con los resultados definitivos de la reciente consulta revocatoria, Morena está obligado a hacer un recuento de los daños y medir con exactitud su posicionamiento en algunos estados de la República, considerados como sus bastiones –como por ejemplo Chiapas, Campeche y Tabasco, en el sureste–, o en el norte del país, donde no cuenta con una representación importante.
Asimismo, estimo que la ola provocada por estos resultados llegará hasta el Congreso, donde seguramente Morena y sus aliados enfrentarán una dura batalla, pues el partido del gobierno deberá negociar con la oposición a fin de sumar los 57 votos que le hacen falta para aprobar la reforma eléctrica.
Temerariamente, de forma anticipada, algunos legisladores de Morena consideran que el respaldo del 91 por ciento de los votos emitidos, le darán al presidente López Obrador la fuerza política suficiente para enfrentar los litigios que anuncia Estados Unidos por parte de las empresas afectadas por la revocación de permisos en el campo del suministro eléctrico.
No obstante, los analistas consideran que –aunque no lo acepte públicamente–, las cifras de los resultados del pasado domingo sí constituyen un golpe severo para el presidente López Obrador y más para su ego, pues, de hecho, en términos globales, perdió el 50 por ciento de los votos recibidos hace tres años. Por ello, insisten en que el presidente honre de verdad sus propias recomendaciones en el sentido de que la democracia debe ser una forma de vida y un hábito de los mexicanos, para que nadie se sienta absoluto. “El pueblo es el que manda” –ha dicho él–. Que honre entonces sus palabras.