En pleno siglo XXI, aún enfrentamos desafíos que parecen básicos pero que, en realidad, marcan la diferencia en la vida de muchas niñas y adolescentes: garantizar su salud menstrual en las escuelas públicas.
Este tema, que debería ser una prioridad, sigue siendo un tabú en muchas comunidades, dejando a las estudiantes sin la información, los recursos y las condiciones adecuadas que necesitan para manejar su menstruación con tranquilidad, dignidad y respeto.
Para tenerlo más claro, la Primera Encuesta Nacional sobre Gestión Menstrual, realizada por Essity, Unicef y Menstruación Digna México, y que se aplicó a adolescentes, mujeres adultas y personas menstruantes entre los 12 y 70 años de edad a nivel nacional, con particular atención en los estados de Aguascalientes, Michoacán, Oaxaca, Puebla, Tamaulipas, Baja California y Chihuahua, dio a conocer que se estima que el 69% de las personas menstruantes en México tuvo poca o nula información al comenzar su ciclo.
La falta de acceso a productos higiénicos, instalaciones sanitarias adecuadas y educación sobre el tema, provoca que muchas jóvenes pierdan días de clases, afectando su rendimiento académico y su autoestima. Y es que, la menstruación, que es un proceso natural, no debería ser motivo de vergüenza ni de exclusión. Por el contrario, debe ser vista como una oportunidad para promover la igualdad, la salud y la dignidad.
Por lo que, el que se impulsen políticas públicas que aseguren el acceso gratuito a productos menstruales en las escuelas, junto con la mejora de las instalaciones sanitarias, son pasos fundamentales. Pero también es crucial impulsar campañas de sensibilización y educación que desmitifiquen la menstruación, combatan los prejuicios y fomenten un ambiente escolar inclusivo y respetuoso.
En torno a esto, la encuesta, reveló que 9 de cada 10 personas consideran indispensable implementar diferentes tipos de iniciativas para garantizar una gestión menstrual digna, entre las que se puedan considerar: aumentar la disponibilidad de recursos públicos para garantizar el acceso a productos de gestión menstrual acordes a las necesidades y contexto de niñas y personas menstruantes, implementar iniciativas de educación menstrual con información científica y libre de tabúes, e implementar permisos menstruales.
Ya que, hablar del ciclo menstrual-ovulatorio es hablar de derechos humanos, salud, educación e igualdad. Al romper el silencio, se construyen entornos más justos e inclusivos donde todas las personas pueden gestionar su menstruación con dignidad, libertad y sin discriminación.
En este sentido son varios los estados que han avanzado en la legislación para garantizar la salud menstrual en las escuelas y brindar apoyo con productos de higiene femenina, por ejemplo la Ciudad de México, Estado de México, Jalisco, Nuevo León y Chihuahua que aprobaron en sus legislaciones la distribución gratuita de productos de higiene menstrual en las escuelas públicas. Además, promueve la educación sobre salud menstrual y busca eliminar los estigmas asociados, entre estudiantes y docentes, con el objetivo de legislar para que ninguna estudiante quede atrás por falta de recursos o información, promoviendo un entorno escolar más justo e inclusivo.
Invertir en la salud menstrual de las estudiantes puede ser una acción estratégica de todos los gobiernos para que la escuela sea un espacio seguro y acogedor para todas, donde la menstruación no sea un obstáculo, sino una parte natural de la vida que se vive con dignidad y confianza.
Es momento de que las autoridades, las comunidades y las familias trabajen juntas para garantizar que ninguna niña, adolescente o joven se quede atrás por motivos relacionados con su salud menstrual. Porque, al final del día, reducir las desigualdades y potenciar su desarrollo con igualdad y respeto, también empieza en las aulas.
ROSALIA ZEFERINO SALGADO
ASESORA EN COMUNICACIÓN ESTRATÉGICA
E IMAGEN PÚBLICA