Columnas
Por Magda Biurquiz
Agradecida con Dios por la oportunidad de iniciar mi programa con un pilar de nuestra música tradicional mexicana, evoco hoy la memoria de un hombre cuya obra ha trascendido generaciones, llevando el mariachi a un nivel de excelencia inigualable: el maestro Jesús Rodríguez de Híjar. Su vida, marcada por el talento, la disciplina y un inquebrantable amor por la música, lo convirtió en un arquitecto del sonido ranchero, un genio cuyos arreglos y dirección dejaron una huella imborrable en la historia de nuestro país.
Una Cuna de Tradición y una Vocación Irrefutable
Nacido el 10 de julio de 1929 en Tequila, Jalisco, Don Jesús Rodríguez de Híjar creció entre los ecos de la música tradicional, absorbiendo cada nota como si fuera el pulso mismo de su destino. A los ocho años, ya ejecutaba con maestría la guitarra, la vihuela, el guitarrón y, más tarde, el violín. Desde entonces, su talento se manifestó de manera prodigiosa, convirtiéndolo en un niño prodigio que, con apenas nueve años, emprendió el camino hacia la Ciudad de México con la firme convicción de dedicarse a la música.
Su infancia estuvo llena de sacrificios, pero también de sueños. Tocar en cantinas para contribuir al sustento familiar no fue un obstáculo, sino el primer peldaño de una carrera que lo llevaría a los escenarios más importantes del mundo.
De Músico a Director
La Ascensión de un Ícono
Su virtuosismo lo llevó a formar parte de los más grandes conjuntos de la época: Mariachi Perla de Occidente, Mariachi Pulido, Mariachi Nacional y Mariachi México 70, hasta llegar a la agrupación cumbre: el Mariachi Vargas de Tecalitlán. Fue en esta última donde no solo brilló como violinista, sino que ascendió al puesto de director y arreglista, convirtiéndose en una pieza clave en la evolución del mariachi contemporáneo.
Bajo la tutela del maestro Rubén Fuentes, asumió con maestría el reto de perfeccionar los arreglos, dotando a la música ranchera de una sofisticación sin precedentes. Durante más de dos décadas, su batuta dirigió el destino del Mariachi Vargas, dejando un legado que aún resuena en cada acorde.
El Nacimiento del Mariachi América
Pero su genio no se detuvo ahí. En 1976, su camino tomó un giro decisivo cuando decidió formar su propia agrupación. Con el respaldo y la insistencia de Lola Beltrán, su entrañable amiga, reunió a un grupo de músicos excepcionales y, en el célebre programa Siempre en Domingo, nació el Mariachi América de Jesús Rodríguez de Híjar.
Este conjunto se convirtió en una referencia de excelencia, un mariachi que fusionaba la esencia tradicional con un refinamiento absoluto, llevando la música mexicana a escenarios internacionales con una majestuosidad inigualable.
El Arreglista de Oro: Perfección en Cada Nota
Si algo definió la obra de Jesús Rodríguez de Híjar, fue su extraordinario talento como arreglista. Su sensibilidad artística y profundo conocimiento de la música ranchera dieron vida a versiones inmortales de clásicos como:
“Paloma Negra” – Lola Beltrán
“Jamás Me Cansaré de Ti” – Rocío Dúrcal
“Las Llaves de mi Alma” – Vicente Fernández
“Llorarás” – Javier Solís
“Que Seas Feliz” – Pedro Infante
“Cielo Rojo” – Miguel Aceves Mejía
“Se Me Olvidó Otra Vez” – Juan Gabriel
Cada una de sus creaciones elevó la música de mariachi a niveles de sublime perfección, dotándola de una elegancia inconfundible.
Un Legado Perpetuo en “La Hora del Mariachi”
Para La Hora del Mariachi, su nombre tiene un significado especial. Fue con él con quien inauguramos nuestras entrevistas, marcando un hito en la difusión y reconocimiento de las grandes figuras del género. Haber contado con su presencia en nuestro espacio es un honor imborrable, pues su vida y obra encarnan el espíritu mismo de nuestra música tradicional.
Don Jesús Rodríguez de Híjar no fue solo un músico, un director o un arreglista. Fue un visionario, un guardián del mariachi, un hombre cuya pasión y entrega elevaron nuestra música a lo más alto. Su legado sigue vivo en cada mariachi que interpreta sus arreglos, en cada músico que sigue su ejemplo y en cada amante de la música ranchera que encuentra en sus composiciones la esencia de nuestra identidad.
Hoy, su nombre está grabado con letras de oro en la historia de México. Su arte, su disciplina y su amor por la música seguirán iluminando los escenarios del mundo, recordándonos que el mariachi no solo es un género, sino el alma vibrante de nuestra nación.