Cuando asumió como rey Felipe VI hace casi 6 años lo hizo en un momento en que la casa real española vivía su peor crisis por escándalos que orillaron al rey Juan Carlos I a abdicar: mientras los españoles sorteaban una crisis económica, él se fue de cacería de elefantes a Botswana. Durante ese safari, el rey también en tuvo una aventura extramarital, y no era la primera. Para acabar con este escenario, la infanta Cristina se vio involucrada en un asunto de corrupción, pues su esposo Iñaki de Urdangarín continúa en prisión con una sentencia de al menos 5 años.
Es por eso que en el momento de convertirse en rey, Felipe VI hizo ajustes drásticos: la composición de la familia real quedó reducida a él, su esposa Letizia sus dos hijas Leonor y Sofía y sus padres, ahora reyes eméritos. A su hermana, la infanta Cristina, y a su esposo les quitó el ducado de Palma, en su discurso de proclamación. Felipe VI dijo que llegaba "una monarquía renovada para un tiempo nuevo”.
Y sí, las monarquías se ven obligadas a hacer ajustes. A lo largo de los años, tanto en España como en Gran Bretaña, han aceptado dentro de la familia real a mujeres divorciadas: es el caso de la reina Letizia y Meghan Markle, algo impensable hace unas 5 décadas cuando Margarita no obtuvo el permiso de su hermana Isabel II para casarse con un hombre divorciado. Los reclamos fueron en privado pero la monarca cumplió al poner primero a la corona británica.
Por eso es difícil de entender el error por las formas, cuando Harry, uno de los nietos favoritos de la reina, diera a conocer a través de su cuenta de Instagram su intención de dejar de ser parte de la familia real “senior”. A estas alturas y a sus 93 años, Isabel II no merece vivir momentos “horribilis” y más dentro de su círculo cercano. Ante la rebeldía de su nieto, más allá de que la reina aceptó que Harry se desmarque de compromisos reales ¿qué pasaría si les quitara el ducado de Sussex? Muchos proyectos comerciarles para su independencia financiera se vendrían abajo. La Scotland Yard continuará a cargo de la seguridad de los duques y ahora es posible que los canadienses, vía impuestos, paguen la seguridad de Harry y Meghan al ser esa nación parte de la Commonwealth.
Otra rebelde real es la princesa Marta Luisa de Noruega quien se enamoró de un líder espiritual, el estadounidense Shaman Durek. Después del escándalo, Marta Luisa aceptó no usar el título de princesa cuando trabaja al lado de su amado en conferencias, pero lo cierto es que estas historias de rebeldía te hacen pensar ¿las monarquías deben desaparecer?
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