Pensar que con el monitoreo de los cinco contaminantes criterio, vamos a resolver el grave problema de la contaminación atmosférica, que de acuerdo con datos del INEGI, solo en el año 2020 nos costó $ 611,235.3 millones de pesos (equivalentes al 2.6 % del PIB) es simplemente imposible.
La ausencia de una política nacional de calidad de aire es notoria en nuestros planes de desarrollo y para demostrarlo quiero destacar que nuestro modelo de transporte está basado en el modelo norteamericano: automotores de combustibles fósiles, sobre llantas y en carreteras de asfalto. Aviones con turbosina. Nuestros aparatos domésticos como la estufa y el calentador de agua, son de gas LP o gas natural. Nuestra energía eléctrica sigue siendo producida todavía en un 80 % mediante la quema de combustibles fósiles, en las contaminantes termoeléctricas de CFE. Este modelo genera el 85 % de la contaminación atmosférica.
Tenemos 30 años discutiendo formalmente el calentamiento global, desde la Cumbre Internacional sobre Medio Ambiente, realizada en Río de Janeiro, Brasil del 3 al 14 de junio de 1992, dando como resultado la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, reafirmando la Declaración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano, aprobada en Estocolmo el 16 de junio de 1972 y habiendo publicado nuestra Ley General de Cambio Climático el 6 de junio de 2012, con vigencia a partir del 10 de octubre del 2012. La nueva Ley de Transición Energética publicada el 24 de diciembre del 2015 con vigencia del día 25 de diciembre de 2015, con metas específicas señaladas en el artículo transitorio tercero que a la letra dice: “La Secretaría de Energía fijará como meta una participación mínima de energías limpias en la generación de energía eléctrica del 25 por ciento para el año 2018, del 30 por ciento para 2021 y del 35 por ciento para 2024.” En ambos casos, seguimos sin cumplir sus objetivos.
Es urgente la necesidad de una nueva la Ley Nacional de Calidad de Aire, para establecer los compromisos de todos los sectores de nuestro país, incluídos los tres niveles de gobierno, el sector privado y la sociedad para utilizar las energías verdes y limpias (solar, eólica, mareomotriz, geotérmica y nuclear), vehículos automotores eléctricos y ahora de celdas de hidrógeno para evitar la muerte prematura de 25,000 mexicanos cada año.
*Carlos Alvarez Flores, Presidente de México, Comunicación y Ambiente, A.C.
Experto en Gestión de Residuos y Cambio Climático
www.carlosalvarezflores.com y Twitter @calvarezflores