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Las Normales Rurales: Ventanas de Resistencia y Arte en la Historia de México

Las Normales Rurales: Ventanas de Resistencia y Arte en la Historia de México

Entornos sábado 27 de mayo de 2023 -

En los últimos años, Luis Hernández Navarro se ha convertido en un artesano de la memoria de los movimientos sociales de México, plasmando retratos de líderes que son fundamentales para reconstruir la historia de diversas luchas. En su más reciente libro, "La pintura en la pared: Una ventana a las escuelas normales y a los normalistas rurales", Hernández Navarro nos sumerge en el mundo de las normales rurales y su relación con el muralismo mexicano.

Las normales rurales y el muralismo surgieron simultáneamente en 1922, y su historia está intrínsecamente entrelazada. Grandes artistas gráficos como Leopoldo Méndez dejaron su huella en estas escuelas. Los murales en las normales rurales se convierten en tragaluces que iluminan la oscuridad, ventanales que nos permiten asomarnos a un mundo soñado y tatuajes que graban las señas de identidad. Las paredes de estas escuelas hablan y cuentan historias de resistencia.

Pero, ¿qué elementos hacen que el normalismo rural siga siendo relevante en un país que algunos consideran en vías de desarrollo hacia la clase media? La realidad es que más del 40% de las escuelas en México son multigrado y se encuentran en áreas rurales o en la periferia de las grandes ciudades. Estas escuelas suelen carecer de servicios básicos como agua, luz y mobiliario adecuado. Los maestros que trabajan en estas condiciones requieren habilidades especiales para educar a los niños y jóvenes que asisten a estas escuelas, y deben enseñar mucho más que los programas oficiales. Las normales rurales se convierten en centros formadores de educadores que entienden la realidad de estas comunidades y están comprometidos con su desarrollo.

El autor también señala una triste realidad: mientras los cristeros tienen santos, templos y estatuas en su honor, los maestros agraviados y vejados por ellos carecen de homenajes equivalentes. Incluso, la memoria de estos maestros ha sido borrada intencionalmente por el gobierno. A través de testimonios y experiencias de maestros, Hernández Navarro expone las contradicciones y desafíos que existen en el normalismo rural. Sin embargo, destaca la importancia de la vida asamblearia y la formación en internados, donde los jóvenes adquieren habilidades vitales y aprenden lecciones que ninguna beca puede ofrecer.

Las demandas actuales de los normalistas reflejan que poco ha cambiado en cuanto a las precarias condiciones en las que viven y estudian. Reclaman mejoras en infraestructura, alimentación y condiciones dignas para su formación. A pesar de los obstáculos y la falta de apoyo, las normales rurales siguen siendo una reserva de lucha y resistencia.

Estas escuelas han sido históricamente un dolor de cabeza para el poder político, sin importar el color del gobierno. Los normalistas rurales son una comunidad cohesionada y combativa, amenazada constantemente pero que se niega a rendirse. Aunque su tamaño pueda parecer insignificante en comparación con otras instituciones educativas, su valentía y compromiso son descomunales.

En lugar de perseguir y dividir a las normales rurales, los políticos deberían tomar nota de su ejemplo y reconocer su valor en la sociedad. En 1940, el presidente Lázaro Cárdenas hizo precisamente eso, otorgando apoyo y reconocimiento a estas escuelas. Hoy en día, en un México en constante transformación, las normales rurales continúan siendo ventanas abiertas al futuro, incubadoras de líderes y guardianes de una memoria que no debe ser olvidada.


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MM/CR

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