El Padrón Electoral del Instituto Nacional Electoral, con corte al 22 de abril de 2022, cuenta con 48,413,493 mujeres y 44,908,348 hombres, lo que equivale a un porcentaje del 52-48 entre ambos géneros.
En entregas pasadas les hablé sobre la Consulta Ciudadana de Presupuesto Participativo 2022, la cual llevó a cabo las votaciones virtuales entre el 21 y el 28 de abril, así como de manera presencial ayer.
Me encantaría poder usar este espacio para analizar los resultados de este importante ejercicio democrático, sin embargo, la realidad nos obliga a frenar y a alzar la voz ante el riesgo permanente en el que vive más del 50 por ciento de la población: la violencia contra las mujeres.
En las últimas semanas, el Caso Debanhi ha ocupado las páginas de los principales diarios de circulación nacional, espacios radiofónicos y televisivos, así como el debate permanente en redes sociales. La tragedia de un feminicidio paraliza a la sociedad y, dadas las condiciones de inseguridad en todo el país, nos obliga a reflexionar, sin duda alguna con terror, sobre los riesgos que viven nuestras familiares y amigas en todo momento.
Hoy escribo como Magistrada del Tribunal Electoral de la Ciudad de México pero también como hija, madre, amiga y profesionista, y no puedo dejar atrás el miedo que miles de mujeres viven diariamente al no saber si ellas o sus cercanas regresarán a sus hogares.
En muchos foros y seminarios he tenido la oportunidad de escuchar, y decir también, que la democracia no puede ser entendida sin la participación de las mujeres en condiciones de igualdad; hoy, tenemos que ir más allá al exigir representación en los espacios de toma de seguridad y convencer a la ciudadanía que sin mujeres no hay nada.
Las autoridades, empresas, academia, organizaciones de la sociedad civil y la ciudadanía en general debemos unirnos a una sola voz para proteger a las mujeres y evitar el riesgo de perder la vida o ser desaparecidas; no podemos avanzar si más de la mitad de la población no tiene las garantías para saber que llegará con bien a sus destinos; no podemos hablar de democracia y de paridad cuando salir a la calle se ha convertido en una pesadilla para las mujeres.
Les invito a que todas las personas formemos una nueva sociedad en donde el respeto, la paridad y la equidad formen parte de nuestra cultura. Solo a través de la formación de las nuevas generaciones podremos cambiar esta cultura patriarcal y discriminatoria contra las niñas, adolescentes y mujeres.
* Resolutivos *
Cuando no permitimos que una mujer participe en la vida pública, vulneramos nuestra democracia; cuando una persona violenta a una mujer, lo hace con toda la sociedad; y cuando una mujer es asesinada por el simple hecho de ser mujer, una parte de nuestra alma como sociedad muere con ella.