Luis Carlos Rodriguez González
La masacre de 19 personas que viajaban hacia Estados Unidos en Camargo, Tamaulipas, provocó un mayor temor a miles de migrantes que se encuentran en albergues o en la ruta hacia el país vecino, quienes utilizan las zonas y caminos más peligrosos para evitar detenciones y deportaciones de la Guardia Nacional y al mismo se exponen a violaciones, extorsiones, secuestros y asesinatos.
Mujeres hondureñas, algunas que conformaban las caravanas que fueron bloqueadas en Guatemala y en la frontera con México, señalaron que a pesar de los riesgos de ser violadas, secuestradas o asesinadas en la ruta migratoria en territorio mexicano, no tienen otra opción ante los niveles de violencia, pobreza y falta de empleo.
Jessenia, de 26 años, era parte de la caravana que salió de Tegucigalpa, Honduras, a principios de enero. Los ahorros de su vida los invirtió en este viaje que fue detenido violentamente por militares y policías de Guatemala. “Hubo mucha gente golpeada, incluidos niños y mujeres, yo con un grupo pequeño logramos salir de ahí y buscar otra ruta. Una camioneta nos cobró 900 quetzales para cruzar el Río Suchiate por el lado de La Bananera”.
Originaria de San Pedro Sula, donde tenia una pequeña tienda de productos básico, su negocio quebró a causa de la pandemia. Sin dinero, ni opciones laborales y con una familia que mantener, vendió lo poco que le quedaba y se unió a la primera caravana migrante del 2021.
“Viajo sola. Mis tres hijos -de cuatro, seis y ocho años, se quedaron en Honduras, quiero llegar a Los Ángeles, California. Allá tengo familiares y espero llegar para trabajar y poder mantener a mi familia”, dijo en entrevista con ContraRéplica desde el Albergue La 72 en Tenosique, Tabasco.
Sin dinero para seguir el viaje, pues los 500 dólares que tenía los gastó entre extorsiones de policías y militares en Honduras y Guatemala, más el transporte, el pago de la panga -lancha-que la cruzó hacia México y el “coyote” o traficante que los llevó por donde no estaba la Guardia Nacional, “me dejo en bancarrota”.
Con miedo luego de la masacre en Camargo, su mayor temor en México, como la mayoría de los migrantes centroamericanos es “que me vayan a matar o violar, porque ese es el mayor riesgo para las mujeres que cruzan por acá y agarrar una mala enfermedad”.
Con una mochila donde lleva toda sus pertenencias y unos tenis rotos se acerca a la vía por donde pasa el tren conocido como La Bestia, donde algunos migrantes van trepados. “Yo no quiero subirme, me han dado mucha mala fama de los accidentes, de los asaltos”.
Sofía, de 23 años llegó a México desde noviembre del 2020, con su hijo de 3 años. “En este momento estoy en el Albergue La 72 en Tenosique, Tabasco. Debido a los hechos ocurridos hace unos días en Camargo, sí existe el miedo, es un hecho muy grave la inseguridad que se vive, es muy doloroso el atentar en contra de la vida de un ser humano, no importa la nacionalidad”, dijo la migrante quien espera en los próximos días emprender la peligrosa travesía por México.
Fernando Santiago Canché, responsable de Asistencia Humanitaria del Albergue La 72, comentó que en este momento dan apoyo a alrededor de 150 personas, pero en otros tiempos, antes de la pandemia, hemos atendido hasta 500 personas.