Decir adiós es como ver una estrella fugaz que cae después de iluminarlo todo, para muchos el adiós es una palabra demasiado larga; habrá lugares, personas, sueños y momentos a los que no siempre queremos decir adiós, tal vez, porque traían el anuncio de felicidad como bandera en el arcoíris de la vida, nos movieron de sitio cualquier idea y revolucionaron todo como el amor mismo o porque dibujaron esperanza y sueños por cumplir.
Este domingo los mexiquenses saldrán a las urnas para decir adiós a un régimen o quizá adiós a la transformación, los ojos del país entero están puestos en el estado que me vio nacer. Mi gusto por la política me llevo a seguir durante meses el desarrollo de las campañas, ambas candidatas desde sus espacios, habilidades y limitaciones salieron a una contienda carente a todas luces de perspectiva de género, polarizada por los hombres que se niegan a dejar el poder. Jugar a la política es como jugar al largo juego del amor del que Sabines escribió tanto, porque los políticos de hoy como los amorosos de ayer, han dejado ver lo insaciables que pueden ser cuando de perseguir el poder se trata. Sin embargo, en esta contienda de vencedores y vencidos en cualquier escenario habrán de triunfar las mujeres, porque una mujer sin duda tiene una carga brutal en un país que le debe mucho a las mujeres, el domingo será a todas horas la hora del encuentro violeta en el Estado de México y al mismo tiempo el adiós a los hombres inquisidores que cambiaron de nombre sus colores, pero, que siempre han tenido leña para la hoguera cuando de negar el acceso a los derechos a las mujeres se trata.
Miedo al adiós como a la bienvenida todos lo hemos sentido, miedo el que sentimos las personas LGBTIQ+ en el mes del orgullo al salir a la calle tomadas de la mano, porque al día de hoy todavía hay quienes no toleran nuestra libertad, las leyes y el estado han fallado en la garantía de nuestro bienestar, seguimos siendo ciudadanos de segunda en una sociedad que habla de nosotros, que nos discrimina, separa y juzga, en la que los políticos hacen uso del micrófono para manchar con sus palabras nuestra valentía de ser y amar, sin que podamos defendernos.
Romper el miedo para celebrar el mes del orgullo, salir a marchar para llamar al despertar de la verdadera libertad en la Ciudad de los Derechos y en cada rincón de este país, todos los meses entonces serán el mes del orgullo, del adiós al miedo y la bienvenida al amor que abraza, procura y cuida del otro como de sí mismo.
Andrea Gutiérrez