Columnas
La transparencia y el acceso a la información son pilares fundamentales para el fortalecimiento de nuestra democracia. Como servidora pública, estoy convencida de que estos mecanismos no solo acercan a los poderes constituidos del Estado a la ciudadanía, sino que también generan confianza y garantizan una mayor participación social. La reciente reforma en materia de transparencia representa un paso significativo hacia un gobierno más abierto y responsable.
Uno de los aspectos clave de esta reforma es el enfoque de “transparencia con sentido social”. Esto implica que los sujetos obligados no solo deben publicar información, sino que esta debe ser de verdadera utilidad para la ciudadanía, especialmente sobre temas prioritarios. Con ello, la transparencia deja de ser un simple ejercicio de cumplimiento y se convierte en una herramienta efectiva para la rendición de cuentas.
Además, la reforma amplía los supuestos para clasificar información como reservada, abarcando aspectos que van desde la paz social hasta programas de salvaguarda de materiales o instalaciones nucleares, así como sistemas tecnológicos, energéticos, espaciales, satelitales, de telecomunicaciones o de defensa. Esta medida busca equilibrar el derecho a la información con la necesidad de proteger la seguridad nacional y el bienestar colectivo.
En cuanto a los medios de impugnación, la reforma establece tres mecanismos principales: el recurso de revisión, que será competencia de la autoridad garante; el recurso de inconformidad, a cargo de la autoridad garante federal para revisar las resoluciones de las autoridades garantes locales; y el juicio de amparo, que será resuelto por jueces y tribunales especializados en materia de transparencia del Poder Judicial de la Federación. Estos mecanismos fortalecen la protección del derecho de acceso a la información.
La lucha contra la corrupción ha sido una de las principales razones por las que la transparencia se ha posicionado como una prioridad en la agenda política del país. La falta de transparencia en el uso de los recursos públicos y la opacidad en los procesos gubernamentales son factores que erosionan la confianza de la ciudadanía en las instituciones. Con esta reforma, se busca garantizar que la información esté al alcance de todas y todos, permitiendo un escrutinio público efectivo.
La reforma, destaca la reducción de costos y la eliminación de la duplicidad de funciones, lo que mejora la eficiencia del sistema de acceso a la información y protección de datos. Además, la reforma está alineada con los principios de la reforma constitucional en materia de simplificación administrativa, lo que contribuirá a agilizar los procedimientos.
Otro aspecto relevante es el fortalecimiento de la protección de datos personales. La reforma establece obligaciones claras para los responsables del tratamiento de datos, quienes deberán informar a los titulares sobre el uso de su información mediante Avisos de Privacidad. Asimismo, las personas tendrán derecho a acceder a sus datos, rectificarlos, cancelarlos cuando ya no sean necesarios u oponerse a su tratamiento en ciertos casos.
En un contexto donde la información es poder, garantizar el acceso a datos públicos y proteger la privacidad de la ciudadanía son acciones fundamentales para construir una sociedad más justa e informada. La transparencia no es solo una obligación gubernamental; es un derecho llave que permite a la ciudadanía ejercer otros derechos y participar activamente en los asuntos públicos.
Hoy, desde esta columna, reafirmo mi compromiso con la transparencia y el acceso a la información. Confío en que esta reforma contribuirá a consolidar un México más abierto, donde la rendición de cuentas sea una práctica cotidiana y donde cada persona pueda ejercer su derecho a saber.
Por ello, hoy comparto mi pluma con mi compañero de trabajo, Uriel Bustamante.
Andrea Gutiérrez