La minería, es el proceso de extracción de materiales de la tierra. Esta actividad es parte de la historia de la humanidad. Las primeras minas datan de la prehistoria, son un pilar de la civilización, indispensable para obtener los materiales con los que construimos nuestras casas, los minerales con los que elaboramos las baterías, entre otros.
Existen al menos 3 tipos de minería que se llevan a cabo en nuestro planeta: 1. La minería bajo tierra, utilizada popularmente para extraer carbón; 2. La minería de disolución o de placer, que es la búsqueda de metales preciosos en sedimentos como los ríos y 3. La minería de superficie, como la que se hace para obtener arena o cantera para la construcción, esta última incluye a la conocida como minería de tajo o a cielo abierto.
Algunos tipos de minería pueden resultar más agresivos para la flora y fauna silvestres. Tal es el caso de la minería de tajo o a cielo abierto, que consiste en la remoción de grandes cantidades de sedimentos a los que se les aplican sustancias químicas para procesarlos, se utilizan toneladas de sustancias contaminantes, agua y electricidad. Este proceso implica la transformación completa del hábitat de cientos de especies y la tala y pérdida de cobertura vegetal en decenas de hectáreas, montañas completas son excavadas y procesadas con agua concentrada con cianuro, altamente tóxico y dañino para los ecosistemas y la sociedad.
En nuestro país, cerca del 35% del territorio nacional está concesionado a empresas mineras, las cuales han traído inversiones importantes, han generado empleos y han contribuido a cerca del 2% del PIB. Lamentablemente, este tipo de explotación de los recursos minerales también ha provocado serios estragos socio ambientales, ya que las empresas tienen derecho preferencial a utilizar el agua y la electricidad que podrían abastecer a una ciudad de 200 mil habitantes.
Hoy, la legislación en materia minera establece que “la exploración, explotación y beneficio de los minerales son de utilidad pública, por lo tanto serán preferentes sobre cualquier otro uso o aprovechamiento del terreno”. Se debe eliminar tal preferencia para ajustar la Ley Minera a la obligación de proteger y garantizar los derechos de las comunidades humanas y los ecosistemas naturales.
Compatibilizar el desarrollo sustentable con la creación de fuentes de empleo y el uso de los recursos naturales es algo que debemos hacer urgentemente, priorizando el respeto a las áreas protegidas y el derecho humano a un medio ambiente sano. Así, construiremos un futuro más limpio y justo para las generaciones venideras.