La bondad absoluta y la maldad absoluta requieren, por definición, el establecimiento de un dogma, es decir, un sistema de pensamiento que se tiene por cierto y que no puede ponerse en duda.
Es decir, la mujer u hombre investido con el manto del bien -y del mal- total, carece su carácter de humano, pues está más allá de pensar, sentir y actuar fuera de los valores socialmente establecidos como “buenos” y el malvado, nunca podría tener algún pensamiento, acción o sensación amorosa, misericordiosa o compasiva.
La construcción del discurso histórico oficial se fundamenta en la construcción de un mundo dicotómico donde los héroes carecen de cualquier mácula y construyen su vida en la santidad laica, al tiempo que enfrentan a personas cuyos actos obedecen sólo a intereses oscuros. Ambos, en el discurso, son seres simples, lineales y acotados por sus propias virtudes y defectos.
Así, la construcción de lo heroico no cuenta la vida de los llamados héroes, sino cuentan los valores fundacionales que deberían de construir valores de cohesión y unidad necesarias para impulsar las ideas de país y patria. Un mito es un relato tradicional, sagrado, dotado de carácter simbólico, que usualmente relata acontecimientos extraordinarios y trascendentes involucrando a seres sobrenaturales o fantásticos (como dioses o semidioses, monstruos, etc.), y que funcionan en el marco de una mitología o una cosmogonía.
El 21 de marzo se celebra uno de los mitos fundacionales esenciales de México, el nacimiento de Benito Juárez, quien hoy es la inspiración del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Benito Juárez es el depositario de todas las virtudes; es el niño indígena que, sin hablar español, llegó a ser abogado, juez, presidente de la suprema corte y presidente; expidió las leyes de Reforma y proclamó una Constitución más radical, reconocida por los Estados Unidos, ganando la Guerra de Reforma en 1860 y reestableció la República ante la invasión francesa.
Benito Juárez murió en 1872 debido a disfunciones cardíacas, sin embargo, el Congreso lo declaró Benemérito de la Patria y de las Américas, gracias a sus ideales de justicia social y liberalismo mexicano en el siglo XIX.
Sin embargo, como dijimos antes, la historia del presidente Benito Pablo Juárez García, es la simplificación de un hombre que respondió a los intereses y valores de su época.
A Juárez se le acusa de traición por ratificar el Tratado McLane-Ocampo, firmado por Melchor Ocampo. Es claro que en México, liberales y conservadores se enfrentan en una lucha fratricida, que requiere de aliados extranjeros para obtener la victoria; los primeros miran hacia Estados Unidos en busca de reconocimiento y de recursos, a pesar del sentimiento nacional antiyanqui generado por la reciente derrota de 1848; los segundos, negocian lo mismo con ingleses, españoles y franceses (Ver los Tratados Mon-Almonte y de Miramar). Ambos tienen escasa capacidad de maniobra y se ven forzados a otorgar a las potencias extranjeras concesiones onerosas para México.
El presidente Juárez se ha convertido en el ideal de la “austeridad republicana”, pero investigaciones refieren que las propiedades que Juárez García poseyó durante su gobierno actualmente están valuadas en 64 millones de pesos, aproximadamente. Algunas de sus casas, como la de Portal de Mercaderes, cuyo costo actual oscilaría en 12 millones 600 mil; la de San Francisco, con un costo aproximado de 14 millones 100 mil pesos, y de Tiburcio, que costaría alrededor de 12 millones 200 mil.
Juárez fue reelegido siete veces como presidente y estuvo a punto de enfrentar una revolución impulsada por Porfirio Díaz, quien proclamó el Plan de la Noria junto con Sebastián Lerdo de Tejada para prohibir la reelección de presidentes, pero la muerte lo alcanzó.
Tenemos que repensar a los llamados héroes como personajes (hombres y mujeres) complejos, a los cuales tenemos el derecho de cuestionarlos y entender sus acciones como resultado de momentos históricos complejos, donde la santidad, de la misma forma que la maldad absoluta de sus contrarios no existe.
Es claro que tratar de esbozar a un Juárez más complejo que el idealizado por la caricatura que nos ha regalado la historia oficial mexicana no significa que yo no hubiera votado por Juárez las 7 veces que se reeligió.