En entregas previas he venido comentado, por partes, una conferencia magistral de Dieter Nohlen, el experto mundial en elecciones y democracia, en la Cumbre Global de la Democracia de septiembre pasado, organizada por el INE. Hoy cierro esta serie de comentarios.
Hacia el final de su intervención, el Maestro enlistó varios factores que considera causantes de diversos retrocesos en la materia en la región América Latina.
El primer factor, que ya comenté ampliamente en mi columna del 29 de noviembre en estas mismas páginas, es la desconfianza. El segundo es la corrupción, “omnipresente en la política latinoamericana, bastante bien documentada en los pagos a gobernantes y funcionarios públicos por parte de contratistas del Estado en retribución por favores recibidos.” En el ámbito de financiación de la política, por ejemplo, dijo que se observa el uso para fines electorales de dinero procedente de actividades corruptas, o el uso indebido de recursos del Estado, así como la utilización de dinero con fines prohibidos, por ejemplo la “compra de votos”. Señaló que es un desafío constante de las instituciones electorales desde que fueron encargadas de controlar el dinero y la política.
El tercer factor es la polarización política. Nohlen afirmó que eso trae consigo que el centro político moderado pierda importancia y con ello, también la pierde el segmento político-ideológico que defiende las instituciones democráticas. Al contrario, dijo, la polarización política abre la puerta a una lucha por el poder sin respeto a las reglas y su defensa, utilizando el discurso de la falsedad, “instrumentalizando la crítica a las instituciones electorales con fines políticos, aumentando la tendencia a deslegitimar el resultado electoral independientemente de la calidad de la labor profesional de los órganos electorales, a lo que contribuye también el auge de los medios sociales en la comunicación política.”
Denunció un cuarto factor: el populismo, que ve en avance por todos lados y que en América Latina engloba posturas en contra de la democracia liberal, programando como objetivo estratégico su sustitución por una democracia “participativa” en realidad un régimen autoritario, en el que el líder político no representa al pueblo-nación en su pluralidad, sino se identifica plebiscitariamente con el pueblo mismo. El populismo atenta contra la institucionalidad de los organismos electorales. Desprovistas de autonomía, a ellos les queda solo estampillar los resultados determinados por acciones del ejecutivo.
Se dolió al cierre que no hay duda de que existe una interconexión sistémica de los diferentes factores y que todos y cada uno contribuyen “a dificultar a su manera la labor de los órganos electorales, a cuestionar la integridad electoral y a poner en peligro a la democracia. La defensa de ellos en esta labor, su apoyo y su protección frente a tales desafíos, es equivalente a la defensa de la democracia misma.”
@ElConsultor2
gsergioj@gmail.com