México es mágico, más con sus pueblos mágicos. Hace algunos años, el gobierno federal creó la figura de “pueblos mágicos”, calificativo que se le daría a poblados con características que los distingan del resto del país. El Valor histórico, la infraestructura turística, la conservación y limpieza, la accesibilidad, una población mínima, seguridad y un comité para los efectos, son los requisitos mínimos que debe cumplir el poblado para ser elegido.
Al día de hoy existen 177 pueblos mágicos alrededor de los 32 estados. Muchos de ellos verdaderamente desbordan magia y otros tantos, a mi parecer, son más propaganda para atraer turismo pero distan mucho de los primeros.
Este fin de semana tuve la fortuna de estar en dos de los buenos, acompañada de una de mis personas favoritas de la vida, mi mamá. Un viaje madre-hija nos llevó a deleitarnos de Zacatlán de las Manzanas y Chignahuapan, ambos del estado de Puebla. De ambos pueblos puedo decir que me llevo pura cosa bonita y una calidez grata.
Zacatlán. Ahí fue nuestra sede en el pequeño hotel La Escondida, dónde el trato fue muy amable y la estancia muy armoniosa. Nuestra primera parada fue en Casa Fernández donde comimos unas ricas chalupas y conocimos el delicioso pan del pueblo. Este pan fue causa de sensación, al grado que caminamos algunos kilómetros para llegar a dos panaderías Los Abuelos y Pimentel, en ambas adquirimos delicias por muy pocos pesos, algunas rellenas de queso y otras sencillamente buenas. En Zacatlán también comimos un rico plato de antojitos poblanos en El Andador.
Chignahuapan. Nuestra estancia corta no nos permitió conocer tanto de su gastronomía pero sí pude comerme un rico pollito encacahuatado en Fonda Don Betito.
Si bien la comida es un gran motivador, no puedo no comentar lo maravillada que quedé con diferentes puntos turísticos.
En primer lugar las cascadas de Tuliman y su perfecta conservación. Mi reconocimiento al ejido y al municipio.
La fabricación de esperas en Chignahuapan. Más de 70 millones son las que se producen al año y créanme que solo ver las tiendas vale toda la pena, te sientes en una villa navideña.
Los murales de Zacatlán, hechos por artistas locales con pedacería se diversos materiales, dándole vida a las calles del pueblito.
Así pues queridos amantes del buen comer y el buen viajar, dense oportunidad de conocer estas joyas cercanas a la Cdmx. Les prometo que no se van arrepentir.
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¡Buen provecho!
Amante del buen comer