Se reinicia la carrera por la conquista de la Luna: los protagonistas son Estados Unidos y China

Después de décadas en las que la Luna parecía olvidada, la carrera espacial ha vuelto a encender motores. Esta vez, sin embargo, no se trata de una competencia entre Estados Unidos y la extinta Unión Soviética, como ocurrió en los años 60 y 70. Ahora, los protagonistas son Estados Unidos y China, dos potencias que han puesto su mirada en nuestro satélite natural con una visión más ambiciosa que nunca: no solo volver a pisarlo, sino quedarse.

En fechas recientes, la NASA ha retomado con fuerza su proyecto Artemis, una misión que tiene como objetivo regresar a la Luna con humanos y establecer una base permanente. La novedad es que esta vez no se trata solo de plantar una bandera, sino de construir una estación lunar que funcione con energía nuclear. Esta planta sería ensamblada por robots desarrollados por empresas como Tesla, lo que representa una fusión entre la tecnología espacial y la innovación privada.

Además del alunizaje tripulado previsto para los próximos años, Estados Unidos quiere que su presencia en la Luna sirva como base de operaciones para misiones futuras a Marte. Con ello, busca asegurar su liderazgo tecnológico y científico en el espacio.

Por su parte, China también ha hecho importantes anuncios sobre su misión lunar. Su objetivo es igualmente ambicioso: establecer una base permanente en la Luna, también alimentada por energía nuclear y ensamblada por robots. Pero lo más sorprendente es que este proyecto será un esfuerzo conjunto con más de 50 países y alrededor de 5,000 científicos de todo el mundo.

China propone un enfoque más colaborativo, lo que podría darle una ventaja diplomática. Su propuesta busca posicionarse como una alternativa al dominio estadounidense, ofreciendo cooperación internacional en lugar de competencia directa.

Uno de los aspectos más debatidos de estas misiones es el uso de energía nuclear. En la Tierra, una planta nuclear genera muchas preocupaciones por los residuos y la posibilidad de accidentes. ¿Qué tan seguro es llevar esta tecnología a la Luna? Por un lado, tener energía nuclear permitiría contar con electricidad constante, algo esencial en un lugar donde las noches duran 14 días terrestres. Además, sería útil para operaciones como minería, comunicaciones o defensa. Por otro lado, no se puede ignorar el riesgo de accidentes o incluso el uso militar de estas instalaciones.

A pesar de los riesgos, también existen beneficios importantes. Una base lunar con buena infraestructura permitiría la exploración de minerales escasos en la Tierra, como el helio-3, que podría usarse como combustible limpio en el futuro. Además, se podrían colocar telescopios sin interferencias de la atmósfera terrestre, lo que ayudaría a estudiar el universo como nunca.

Otro uso interesante sería el de vigilancia espacial: desde la Luna, se podría detectar con anticipación un asteroide peligroso y, en caso necesario, destruirlo antes de que llegue a la Tierra. Esto no es ciencia ficción, sino un tema real que preocupa a muchas agencias espaciales.

En los próximos años veremos cosas que nunca imaginamos: bases habitadas en la Luna, misiones robóticas que trabajan de forma autónoma y cooperación internacional o rivalidad entre potencias por el control del espacio lunar.

La Luna ya no es solo un símbolo de conquista. Ahora se ve como una plataforma estratégica para el futuro de la humanidad. Lo importante será que esta nueva carrera se enfoque en la paz, el avance científico y el beneficio de todos.

La pregunta que queda en el aire es: ¿quién ganará esta nueva carrera espacial? Tal vez no se trate de ganar, sino de asegurar que lo que se haga allá arriba no termine en conflictos aquí abajo.

Octygeek / Alejandro del Valle Tokunhaga

Cofundador de Octopy empresa dedicada a la AI y robótica.

alejandro.delvalle@octopy.com