Columnas
Las formas en la política y en general, en nuestra sociedad se han perdido, evidenciando el deterioro del tejido social. Lo ocurrido el domingo en el mitin para respaldar a la presidenta Sheinbaum y la soberanía ante el discurso amenazante y populista de Donald Trump es un claro ejemplo, y algo que merece ser analizado. El mensaje de solidaridad y unión se desquebrajó antes de iniciar el evento, debido a la poca atención e interés de los líderes más representativos del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) y su Cuarta Transformación. Los miembros del Congreso de la Unión y los directivos del partido en el poder, en lugar de cuidar y arropar la investidura de la primera mandataria, se identificaron con sus propios intereses protagónicos.
Muchos buscarán justificarlo, pero la realidad es que, por muy invitado especial que uno sea, si estás en la línea de paso del actor principal del evento, debes tener la cortesía de estar atento a su arribo, especialmente cuando se anuncia de manera clara. No existe excusa ni pretexto. El hecho no solo fue un desaire a la presidenta Claudia Sheinbaum, sino una muestra clara de cuáles son las prioridades de algunos actores políticos ante una evidente carrera presidencial rumbo a 2030.
Si lo analizamos detenidamente, los involucrados, comenzando por Monreal, Adán Augusto y Velasco, son políticos que perdieron en las elecciones internas del partido la candidatura a la presidencia. Sin embargo, en estos momentos representan al poder legislativo, por lo que no solo como miembros de un partido, sino como representantes del pueblo que los eligió, deberían cuidar las formas en un evento que buscaba mandar un mensaje de unidad nacional. Por esta razón, estuvieron presentes los gobernadores de los estados que gobiernan los partidos de oposición. Estos no solo guardaron las formas, sino que, con su presencia, establecieron su compromiso de salvaguardar el pacto federal y la república, apoyando a la primera mandataria.
Como lo he señalado, no existen excusas ni pretextos, ya que ésto no es un incidente aislado, sino una acción reiterada. Como dirían en mi pueblo, "cero y van dos". La primera fue cuando se pidieron reformas para combatir el nepotismo, y le enmendaron la plana a la presidenta. Por los intereses de los diferentes actores políticos dentro del mismo movimiento, la aplicación de esas reformas se aplazó hasta 2030, permitiendo que las familias en el poder continúen delegando, por no decir heredando, sus puestos a familiares y amigos cercanos.
La presidenta tiene que dar un golpe sobre la mesa, ser determinante y actuar al nivel de las circunstancias. No puede permitir que se adelanten los tiempos de sucesión ni que las tribus de su partido se descarrilen. Son tiempos de unidad ante los retos que se presentan a nivel internacional, los cuales impactan el bienestar de los mexicanos. Es su momento de escribir la historia y determinar su legado como mujer y política. No se puede permitir que se den mensajes equivocados con acciones incongruentes, que abran un sinnúmero de suposiciones. Ella es la electa, y es quien debe asumir por completo el mandato con su equipo de trabajo, tomando lo bueno de la administración anterior, pero eliminando todo aquello que no cumpla su objetivo. Esto es esencial para el desarrollo sustentable que se establece en el Plan México, ya que su mandato y el desarrollo de su gestión estarán condicionados a la ejecución eficiente no solo de las políticas públicas, sino de la estabilidad y seguridad que se pueda transmitir como un gobierno democrático y consolidado a la población y a los inversionistas.
Es tarea de la presidenta tomar el control de la narrativa, generar un gobierno unido y firme, y materializar hechos concretos que beneficien el desarrollo de los mexicanos, mientras se disminuye el riesgo de una fractura social ante una crisis, aún mayor.
Javier Agustín Contreras Rosales. Colaborador de Integridad Ciudadana AC, Contador Público, Maestro en Administración Pública @JavierAgustinCo @Integridad_AC