Columnas
El peso mexicano está que no cree en nadie; este viernes rompió la barrera de los 16.5 pesos por dólar y se consolidó en su mejor nivel desde noviembre de 2015, algo inaudito que nadie en su sano juicio esperaba.
La divisa mexicana se ha apreciado prácticamente 3.5 por ciento en lo que va del año y ya ni decir la extrema fortaleza que refleja desde sus niveles mínimos históricos de 25.13 pesos por dólar registrados en marzo de 2020, cuando empezaba lo peor de la pandemia global.
La moneda nacional es la más apreciada del mundo en estos momentos en los mercados emergentes, su mote de Súper peso parece caerle "como anillo al dedo"
Sin embargo llama la atención que el peso esté en niveles extremadamente fuertes, con una economía que si bien destaca por su fortaleza y su atractivo para las inversiones ante el fenómeno del nearshoring, lo cierto es que mantiene un crecimiento mediocre,el mismo que registra desde hace décadas, esa "trampa del crecimiento" de la que parece no pudo salir tampoco en esta administración.
Por supuesto, el gobierno en funciones no ha perdido oportunidad alguna para "cacarear" la extrema fortaleza del peso y sembrar con ello la idea de que se debe a una gran administración, a una economía exitosa gracias a las políticas públicas puestas en marcha en este sexenio. Mal haría este gobierno en no aprovechar el momento.
Sin embargo, tampoco parece ser gratuito que prácticamente la mayoría de los analistas, salvo los ligados al régimen, hablen de la fortaleza del peso y lo consideren como un éxito económico del actual gobierno, más bien lo ligan prácticamente por completo al contexto económico global.
Es cierto, a la economía mexicana no le ha ido tan mal en los años recientes, después de la pandemia especialmente, sin embargo, para explicar las causas tendríamos que voltear al exterior, porque en lo interior no hay demasiado para observar.
En lo interno: economía con bajo crecimiento, este sexenio será el peor en esa materia desde el de Miguel de la Madrid Hurtado; el desempleo bajó pero nada para celebrar; los niveles de pobreza se mantienen muy similares a los de hace 5 años; Pemex inició el sexenio como la petrolera más endeudada del planeta y lo terminará igual; la informalidad es del 53 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA), y un largo etcétera. Desde luego que hubo cosas positivas, ni duda cabe, aunque al final esa disciplina inaudita en las finanzas públicas se rompió y no sabemos los efectos que tendrá con los años. Repetimos, nada para celebrar con bombo y platillo.
En lo externo: La economía de Estados Unidos va "a toda máquina", eso "jala" a México, invariablemente; nuestro país es "bendecido" por estar al lado de la mayor potencia de nuestros tiempos.
Pero, cuando hablamos del Súper peso, deberíamos de estar hablando de una súper economía para completar la ecuación; sin embargo no es así, estamos frente a dos fenómenos que en parte no se relacionan, por increíble que parezca. El Súper peso está anclado por dos factores: El crecimiento y dinamismo estadounidense, y las súper tasas que deben pagarse en México.