A 20 años de que la Asamblea General de la ONU adoptó el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, no podemos dejar de hablar de una de las formas en que millones de niñas, adolescentes y mujeres han sido violentadas: la exclusión educativa, ya que, el no poder ejercer su derecho a la educación, también es violencia de género, puesto que se les está negando la oportunidad de desarrollarse plena e íntegramente en la sociedad.
Al respecto, la UNESCO en el informe titulado: “Una nueva generación: 25 años de esfuerzos por la igualdad de género en la educación”, muestra que los avances que se han logrado desde 1995 (fecha en que 189 países firmaron la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, comprometiéndose a promover los derechos de las niñas y las mujeres), han sido importantes, pero que todavía no colocan en condiciones de igualdad y equidad a la población femenina.
Entre los avances que muestra, es que 180 millones más de niñas en todo el mundo, se han integrado a la enseñanza primaria y secundaria, cifra que a grandes rasgos se ve muy alentadora; sin embargo, con la pandemia, la misma UNESCO ha calculado que más de 11 millones de niñas – desde la educación preescolar hasta la superior – corren el riesgo de no volver a la escuela.
En México, este es un problema que está latente, ya que siguen existiendo númerosos obstáculos que no permiten que niñas y mujeres ejerzan plenamente su derecho a estudiar, entre los que se encuentran la pobreza, la ubicación geográfica donde viven, la pertenencia a una minoría, los usos y costumbres de las comunidades, la discapacidad, el matrimonio y el embarazo precoz y la violencia de género.
Obstáculos que en los últimos meses se han tornado más graves, ya que de acuerdo con datos de Mujeres Unidas por la Educación (MUxED), antes de la crisis sanitaria 2.3 millones de niñas y adolescentes en México ya estaban fuera del sistema educativo, y que a raíz del confinamiento se sumaron 400 mil niñas y adolescentes que ya no se integraran a la secundaria o al bachillerato, quedando excluidas del derecho a la educación casi 3 millones de niñas y jóvenes, y excluidas del único espacio donde muchas de ellas se sienten seguras: la escuela.
Estos datos, nos exigen que este día, en que en todos lados se hablará y se discutirá sobre como erradicar la violencia de género, no olvidemos que la educación es una herramienta que tiene un gran poder para no dejar a nadie atrás, para no hacer más vulnerables y para no violentar más a las mujeres y garantizar que además de ser su derecho, es el camino hacia un mundo más igualitario y sin violencia de género.