Ver los apuros en los que ha metido la epidemia del coronavirus al mundo del deporte nos ha hecho darnos cuenta de lo delicado de una situación. Poner en jaque a eventos de talla incomparable como los Juegos Olímpicos no es poca cosa, y eso a la vez sirve cómo un bofetón para quienes no nos habíamos dado cuenta de lo complicado de esta emergencia.
Muchas veces reclamamos que el deporte no asuma el impacto social que puede tener, y esta vez parece estar haciéndolo, no con campañas tibias, sino con ejemplos más duros ante esta urgencia: la cancelación de eventos, o en el mejor de los casos, el limitarlos por ejemplo, realizando partidos a puerta cerrada como en Italia.
Ahora el foco de atención lo tienen los Juegos Olímpicos, que han tratado de mantenerse firmes en su realización, luego de la declaración del presidente del COI Thomas Bach en la que reitera que las fechas se mantienen sin modificación alguna, aunque también van acompañadas de un ambiguo discurso en el que mencionó que siguen trabajando de la mano de la OMS en medidas de prevención… sin detallar acciones concretas, cosa que me hace dudar en que realmente estén echando algo a andar.
Ayer mismo la NBA emitió un comunicado también, ellos sí con medidas que nos podrían parecer ridículas, pero lo suficientemente claras como para pensar que no quieren darle una sola oportunidad al riesgo de contagio, al menos entre sus jugadores.
La liga fue clara al decirles, por ejemplo, que ahora “choquen los puños” en ves de las palmas a la hora de los festejos o las arengas… además, les pidió evitar dar autógrafos para no estar en contacto con plumas, balones y otros objetos que pueden haber pasado por muchas manos. Insisto, este pudiera parecer el otro extremo en comparación con lo parco de las declaraciones en el Comité Olímpico, pero me parece el más adecuado.
Volviendo al tema de los Olímpicos, hay una declaración que me parece clave en toda esta tensión. Y es que la Ministro Olímpica nombrada por Tokio, Seiko Hashimoto, reveló que en el contrato del COI con la ciudad solo se estipulaba que el evento debía realizarse este 2020, pero sin ninguna fecha en particular.
Esto a su vez responde a informaciones que surgían la semana pasada, en la que se explicaba desde las altas cúpulas que ante la emergencia, era más factible cancelar los juegos que posponerlos, dada la complejidad de un calendario olímpico que ya tiene programadas sus actividades al menos por los siguientes cuatro años.
Dick Pound, el miembro más veterano del Comité Olímpico fue tajante al sentenciar que esta emergencia de salud pública era una “nueva guerra”, y así como otros conflictos históricos afectaron la realización de otras ediciones, podríamos estar ante amenazas de dicho calibre, capaces de marcar la historia del deporte.