Cuando ya la campaña por la presidencia está en pleno, cuando se va contra reloj para recuperar terreno perdido, ponerle cuña al coordinador solo exhibe debilidad del equipo, no es remedio.
El coordinador Santiago Creel que se supone fue nombrado después de valorar varias opciones, está lejos de ser improvisado. A veces las derrotas enseñan más que los triunfos.
Creel nunca logró ser candidato presidencial, no lo consiguió ni cuando tenía la bendición de Los Pinos, la residencia habitada por Vicente Fox y Marta Sahagún.
Seguro que ese tropiezo le dejó grandes lecciones, aprendió lo que no debe de hacerse en una competencia de ese nivel y que conste que entró a participar cuando se desempeñaba como secretario de Gobernación. Se supone que el jefe de la política interior tiene el control de todos los hilos y la suficiente información para tomar ventaja.
Ha sido coordinador de la bancada de su partido en el Senado, diputado federal y diputado constituyente en la Ciudad de México. Abogado egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México. Maestro en Derecho por la Universidad de Michigan. Integrante del llamado Grupo San Ángel, formado por intelectuales, líderes sociales y legisladores en 1994. Miembro del primer Consejo Ciudadano del Instituto Federal Electoral.
Así que, improvisado no es.
Si la campaña de Xóchitl no ha dado hasta ahora los resultados que esperaban, no es su culpa, porque no hay que olvidar cómo se construyó esa candidatura y la clase de puntales que tiene.
No hay equipo compacto ni la candidata es la que manda o decide todo lo que debe hacerse. ¿Se imaginan al líder priísta Alejandro Moreno Cárdenas haciendo lo que le ordena la candidata? Seguro que el campechano se siente con más experiencia y sabiduría que Xóchitl. Lo mismo el panista Marko Cortés y el dirigente perredista Jesús Zambrano.
A la candidata de la oposición le impusieron la mayor parte del equipo. Sus colaboradores confiables, al cien por ciento, se cuentan con los dedos. En primer lugar, sus hijos Diana y Juan Pablo. Las senadoras Kenia López Rabadán y Josefina Vázquez Mota, con las que convivió y trabajó en el poder legislativo los últimos cinco años.
Y hasta ahí.
La han rodeado de gente que tiene la marca de Felipe Calderón, precisamente el que le ganó a Creel la candidatura y de personajes que nunca antes habían hecho equipo con Xóchitl.
El ahora vicecoordinador Max Cortázar fue vocero de Calderón y ayudó al michoacano desde la campaña presidencial. Ganaron la elección en 2006, nada más que por el margen más reducido en la historia de las competencias electorales en México.
Sufrieron para ganar. El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación se tomó su tiempo para declararlo triunfador.
Su gobierno tampoco arrojó los resultados esperados. Fue tal el desgaste que ya no tuvo el aire suficiente para conseguir que su favorito Ernesto Cordero alcanzara la candidatura presidencial. La ganó Josefina Vázquez Mota y dicho por ella misma, Calderón la abandonó a su suerte.
Con esos antecedentes, en ese escenario, tampoco se puede culpar a Xóchitl de ir atrás en la competencia. Tendría que ocurrir un verdadero milagro para que cambiaran las tendencias. El detalle es que los milagros no se dan en la política y menos en la disputa por la presidencia.
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