*Otro gran riesgo para la región; el país austral posiblemente envuelto en otra “aventura monetaria”
Una de las principales promesas de campaña de Javier Milei, el polémico candidato presidencial ultraderechista de Argentina, es dolarizar la economía para abandonar el devaluado peso argentino, asimismo “demoler” el Banco Central y pasar una "motosierra" por el gasto del Estado.
Entre sus declaraciones, una es la que ha detonado el pánico en los mercados financieros del país y del exterior.
“Cuando hablo de quemar el Banco Central no es una metáfora, lo quiero dinamitar, pero esto es literal. Es decir, hacerlo implosionar y que queden todos los escombros”, ha dicho Milei.
Su plan consiste en que el país deje de imprimir billetes y que todas las transacciones se hagan en dólares, dolarizar la economía es su mayor apuesta económica, y todo indica que de ganar las elecciones el próximo 22 de octubre así lo hará.
Dolarizar es una palabra demasiado seria, los mercados argentinos se derrumbaron el día posterior en la que Milei ganó las elecciones primarias y tomó una fuerza que nadie esperaba, consolidándose como el favorito.
Pero, ¿por qué reaccionan los mercados así?, ¿Qué no acaso es mejor dolarizar que mantener la situación actual del país con la inflación arriba del 100 por ciento a costa de un peso que se devalúa un día sí y el otro también?
El candidato ha vendido entre la población que esa medida 8dolarizar), terminará con las penurias de una gran parte de los argentinos, que deben lidiar con una inflación interanual de 115 por ciento y una pobreza de casi 40 por ciento.
El partidario y admirador de políticos como Donald Trump o Jair Bolsonaro, asegura que técnicamente es factible dolarizar la economía argentina.
Incluso anunció que junto a sus
asesores está “empezando a discutir el formato de proyecto de ley a enviará al Congreso para dolarizar” tan pronto llegue a la presidencia de Argentina.
Originalmente, su propuesta era dolarizar en un plazo de dos años y medio, pero ahora asegura que implementará la medida en el menor tiempo posible.
Los peros
No obstante, para dolarizar una economía, cualquiera que sea, hay que tener dólares, y justamente eso es lo que Argentina no tiene, sus reservas han disminuido drásticamente y el circulante en dólares es limitado en esa nación.
Pero Milei no se rinde a la primera, y de hecho ha declarado que tiene la solución para el que sería el primer gran obstáculo para implementar dicha medida.
Milei escribió recientemente en X, antes Twitter: “Nosotros estuvimos avanzando en negociaciones y ya conseguimos los dólares para dolarizar la economía al valor del dólar de mercado. Seguimos trabajando para resolver un gran problema de Argentina, que es la inflación”, escribió Milei en su cuenta de la red social, pero sin explicar cómo habría conseguido los fondos.
Según especialistas, actualmente serían necesarios alrededor de 35,000 millones de dólares para implementar la idea sin necesidad de una drástica devaluación.
Según el propio Milei, el cierre del Banco Central permitiría poner en circulación los dólares que mantiene como reservas internacionales, y así incrementar el circulante del billete verde; en el Banco Central de Argentina la preocupación es enorme, en sus 88 años nunca habían visto tan cerca la posibilidad real de desaparecer, fue fundado el 28 de mayo de 1935 ya en su etapa “moderna”.
Para llevar a cabo su plan, Milei dice que impulsará una serie de cambios estructurales como una reforma del Estado, flexibilización del mercado laboral y apertura de la economía, antes de avanzar hacia la dolarización.
La última fase para conseguir la dolarización sería canjear algunos fondos del Banco Central por “deuda pública” y usar otros recursos para inyectar dólares en la economía, cerrando finalmente el organismo que imprime los pesos argentinos.
Pero los economistas en Argentina y alrededor del mundo piensan que es poco probable que la dolarización se pueda implementar y, si llegara a ocurrir, no sería la solución a los problemas de fondo de la economía.
Dolarizar la economía argentina de un día para el otro es casi imposible porque el Banco Central no tiene dólares; para dolarizar habría que pedir dólares prestados, pero como el país tiene una alta tasa de endeudamiento, es muy improbable que consiga esos préstamos. También, al someterse a la política monetaria de otro país puede llegar a ser perjudicial. Ya sucedió con la convertibilidad. Y también pueden persistir los vicios de un déficit fiscal excesivo o un desequilibrio económico. Dolarizar no es la panacea. Todo esto han advertido varios analistas.
Otros consideran que para llegar a una dolarización se produciría una mega devaluación, aumentaría la inflación muy fuerte al principio, y habría una caída gigante de los salarios de los trabajadores.
Estos mismos economistas consideran que lo más parecido a una dolarización en Argentina fue la convertibilidad a comienzos de los 90, que era un sistema de tipo de cambio fijo bajo el cual un peso valía un dólar.
Pero justamente la convertibilidad ya demostró “todas las falacias y los problemas que tiene atar la moneda nacional al dólar, con un tipo de cambio fijo.
Al reemplazar la moneda nacional la economía se volvió mucho más inflexible y le quitó competitividad. No resolvió los problemas.
Si bien la convertibilidad permitió terminar con un proceso hiperinflacionario, también en el mediano plazo provocó problemas como altas tasas de desocupación y dejó a la economía “muy atada a lo que pasaba con los flujos internacionales.
En América Latina hay tres países dolarizados: Ecuador, El Salvador y Panamá. Pero son economías pequeñas, algunas totalmente atadas al dólar desde muchos años atrás como Panamá, en donde el dólar es moneda de uso corriente desde principios del siglo pasado.
En economías más grandes los efectos son diferentes; Latinoamérica enfrenta así un reto económico más, si bien la economía argentina ha perdido protagonismo regional en los años recientes precisamente por sus constantes crisis, no deja de ser relevante para la región lo que suceda con ella.
Lo malo es que hoy las expectativas no son favorables, por lo tanto la región está en un nuevo riesgo. Pero, como siempre, Latinoamérica está callada.