Columnas
@onelortiz
Desde el 1º de diciembre de 2018, la única estrategia de la oposición ha sido esperar el fracaso del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, para capitalizar el descontento. Sin autocrítica, sin líderes, sin movilización, sin renovación, divididos están sentados en su fracaso “tuiteando” los errores del gobierno. Debe reconocerse que es una oposición democrática, bien portada dice el Presidente, cuyo descontento y odio lo expresan a través de los parámetros que la contienda democrática permite, pero posición totalmente insuficiente para disputar el poder en 2024.
La oposición no puede reclamarles al Presidente y a Morena hacer política: movilizar a sus bases en el Zócalo; perfilar candidatos hacia la candidatura presidencial; poner temas en la agenda pública, como la revocación de mandato y la reforma eléctrica; buscar nuevas adiciones entre cuadros destacados de la oposición como ex gobernadores del PAN o del PRI; seguir machacando con la corrupción del pasado, y ganar más elecciones estatales.
La oposición no moviliza a sus bases, no tiene perfiles interesantes o potentes para disputarle la Presidencia de la República a Morena; no aprovecha la revocación de mandato y la discusión de la reforma eléctrica para ganar nervio opositor; no hay liderazgo para nuclear a sus gobernadores y cuadros y ya considera perdidas cinco de las seis gubernaturas que se elegirán en 2022.
Es natural que Morena y los seguidores de AMLO llenen el Zócalo. Lo realmente ilustrativo es que PAN, PRI y PRD juntos no puedan convocar a una movilización masiva.
No será un periodista critico, un actor de sátira, un integrante del INE, una politóloga o un empresario, los que puedan rivalizar con el candidato o candidata de Morena en 2024. Menos aún un coordinador parlamentario o gobernador de oposición, tampoco ahí hay mucha tela de donde cortar. Obvio, la oposición tendrá candidato, pero no con las características que el momento requiere para ser competitivos. Digamos lo obvio: las elecciones se ganan con votos y hay que salir a buscarlos.
Dirijamos la mirada hacia otro ámbito de la arena pública: las benditas redes sociales. Observemos el fenómeno que ocurrió en Nuevo León en el pasado proceso electoral, el cual apenas comienza a ser estudiado de forma seria y no sólo al calor de la contienda. Los triunfos de Samuel García a la gubernatura y de Luis Donaldo Colosio a la presidencia municipal de Monterrey, representan los primeros éxitos de candidatos auténticamente milenians que tienen como principal medio de comunicación y diría de socialización, las redes sociales.
No digo que alguno de estos dos políticos de Movimiento Ciudadano será el elegido, sino que el potencial candidato opositor al abanderado de Morena y AMLO debe, a demás de otras características, ser un auténtico fenómeno en redes. La política es de bronce.