Columnas
En entregas previas le he contado sobre las advertencias que los investigadores Yascha Mounk y Roberto Stefan Foa ofrecen respecto de la denominada “desconsolidación democrática”, publicadas en coautoría a finales de 2016 y principios de 2017 en la revista Journal of Democracy de la Universidad de Harvard.
En esa misma línea argumental, Mounk publicó posteriormente un libro intitulado “El pueblo contra la democracia: por qué nuestra libertad está en peligro y cómo salvarla” (2018), en el que planteó, en resumen, que en la coyuntura actual de hartazgo social con los pobres resultados de los regímenes democráticos, existía una peligrosa guerra entre dos componentes fundamentales de la democracia liberal: derechos humanos vs voluntad popular, y que esta lucha ponía en riesgo la viabilidad política de la democracia misma.
Afirmó también que en ese combate axiológico la opción populista autoritaria iba ganando terreno en todo el mundo, aprovechando el desencanto ciudadano, desde América hasta Europa y de Asia a Oceanía. Señaló que el triunfo de Trump de 2016 no había sido un evento aislado; que tanto en Rusia como en Turquía, sus presidentes eran hombres fuertes que lograron transformar sus débiles democracias en “dictaduras electorales”; en tanto que en Polonia y Hungría, sus líderes estaban usando la misma fórmula para destruir la prensa libre, minar las instituciones independientes y amordazar a la oposición, tal como sucede en Venezuela.
Adujo que en Austria un candidato de la extrema derecha casi gana la presidencia; que en Francia el sistema político estaba mutando de tal manera que los extremismos de derecha y de izquierda veían crecer sus posibilidades electorales; que en España y Grecia, sus sistemas políticos se estaban desintegrando a gran velocidad, e inclusive en democracias consideradas consolidadas y progresistas como Suecia, Alemania y los Países Bajos, los extremistas estaban celebrando avances sin precedentes.
Afirmó también que era imposible negar que estábamos en un “momento populista”, pero que la pregunta fundamental era si no estaríamos accediendo a una “era populista”, que podría poner en duda la supervivencia misma de la democracia liberal, frente a la cual no había existido una alternativa coherente... hasta ahora.
La admonición no es menor; encarna una nueva incertidumbre para todas las democracias modernas en las que la opción populista hoy parece políticamente viable y que se sustenta en datos como este, producto de la investigación social del autor: que tan solo hace 25 años, la mayoría de los ciudadanos estaban orgullosos de vivir en democracia y rechazaban firmemente las alternativas autoritarias. Ahora, muchos son franca y crecientemente hostiles hacia el régimen político democrático
Va uno más: informó que 25 años antes las oposiciones políticas compartían el respeto por los principios y normas de la democracia. Ahora, las y los candidatos que violan las reglas más básicas del juego electoral han obtenido gran poder e influencia.
El libro da para mucho más pues no solo ofrece el diagnóstico de la crisis; también propone medidas de salida de la zona de riesgo. Hay que leerlo en esta época de recambio político en México.
@ElConsultor2
gsergioj@gmail.com