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Luego de que la gira de la señora X de convencimiento y sumisión en Estados Unidos fuera un fracaso, se pasó del repudio mostrado por los mexicanos que viven en Estados Unidos a la pérdida de, por lo menos, tres puntos en la intención del voto, la mujer convocó a los mexicanos a “frenar el odio”, cuando quien impone la rabia son sus propios colaboradores.
El espectáculo que armó Rafael Elías en Nueva York maltratando a un mexicano residente en esa ciudad, mostrando su billetera con dólares, gritándole ignorante y tomándole la cara con odio, --un odio racial, clasista ancestral--, ese es el equipo de la candidata de la oposición El asesor de Vicente Fox provocaba para que el mexicano le golpeara, hasta puso las manos atrás para darle una aparente ventaja y así, señalar a los seguidores de López Obrador como salvajes.
Las expresiones de odio de los amigos de Xóchitl no sólo muestran discriminación sino una personalidad patológica, capaz de asesinar al contrario, de reducirlo a cenizas. Se muestran superiores a cualquiera, pero el fascista, aunque se vista de seda fascista se queda.
Denunciaron los mexicanos en el extranjero que en una de las reuniones que sostuvo la X, el legislador del condado de Westchester, de origen latino, José Alvarado, expresó que los migrantes ladraban como perros y que no habría que hacerles caso. Esa es la gente que rodea a los conservadores que forman parte del equipo la señora X.
Entonces la convocatoria de esta mujer debe ser dirigida al grupo que la acompañó en su frustrada gira de convencimiento y sumisión a Estados Unidos. La gira le sirvió a muchos indecisos a saber que por ella no hay que votar. Sus amigos, socios y cómplices mostraron lo que espera a los mexicanos con la gente esa en el poder.
La selección previa que hizo de jóvenes mexicanos que viven en Estados Unidos también fue clasista, si alguno que no fuera de economía holgada pudo filtrarse no fue ni siquiera visto por la candidata, hubo una joven que se quejó de ser ignorada en ese encuentro.
La conducta de sus amigos en el vecino país, la estrategia de encuentros, la ruta de visitas, los personajes con los que se entrevistó la opositora, las declaraciones de su invisible éxito, el desparpajo de su conducta, fueron, en realidad un fuerte golpe contra su campaña. Lejos de beneficiarse, sus acompañantes como Ildefonso Guajardo, se redujeron a simples carga maletas, en una caída libre de la candidata y ellos al abismo de la muerte política.
Cuando llegó la mujer X a Estados Unidos sus amigos allá creyeron que recibían a la próxima presidenta de México, cuando se fue se despidieron con la certeza de que perdería las elecciones.