La lógica de AMLO y sus amigos sobre el avión presidencial descansa en la teoría más básica. Conocen a sus seguidores. Saben que quienes votaron por ellos están dispuestos a comprar un cachito de la lotería —y muchas cosas más— para apoyar la “ocurrencia” del presidente Andrés Manuel López Obrador. Que por cierto, ni ocurrencia, ni cortina de humo, como aseguran muchos que han querido explicarse este desafortunado suceso. Es totalmente real, tanto como absurdo, que se piensa recuperar la inversión de la aeronave de la manera más vulgar posible: a través de los bolsillos de los mexicanos.
No solamente este avión se ha estado pagando de los impuestos de los mismos mexicanos que AMLO pretende hacer volver a pagar. 500 pesos por un cachito de una rifa falsa que no terminará en nada que no sea absorber el pago de un artefacto que ni decidimos comprar y que tampoco decidimos vender. Pero saben muy bien los alcances de un Presidente que goza de buena popularidad, aprobación y encanto.
La opcional compra del cachito recae en la ceguera imperante de los ciudadanos que desean apoyar al Presidente a capa y espada. ¿Qué sucederá después cuando este argumento funcione? ¿Tendremos que pagar con cachitos las deudas de los municipios, el combate a la violencia o cualquier cosa que se le ocurra al Presidente?
Y la muestra perfecta fue el tuit de lujo que publicó este martes el vocero del Presidente, Jesús Ramírez Cuevas, aseguró que con la venta de los cachitos de lotería con motivo de la rifa del avión en donde presidentes se dieron la buena vida, se comprarían, ambulancias, camas de hospital, resonancias magnéticas, tomógrafos y demás mobiliario y equipamiento para hospitales. ¿A nadie le parece eso escandaloso? ¿No se SUPONE que es eso justamente de lo que se debe encargar el gobierno de proveer?
Y lo ridículo, el potencial ganador recibiría el dinero de la compra-venta del avión cuando éste se venda. Así es, mismo que no han logrado vender ni con estudio de mercado en mano, compradores potenciales y hasta con ofertas reales. Nadie lo quiso comprar. Pero eso sí, los gastos de mantenimiento como bien lo dijo el Presidente, ya no serían parte de las obligaciones del Estado, si no del ganador del cachito, que dicho sea de paso, resultaría ser el responsable de todo lo que este avión requiere, incluido el pago millonario de los impuestos que precise.
Me da la impresión que Obrador se niega a gobernar sobre lo “que le dejaron” y esa ha sido la gran decepción de su mandato. Tomar decisiones y responsabilidades sobre las decisiones que se tomaron en las anteriores administraciones es justamente lo que significa gobernar. Y como no sabe qué hacer con el avión, pretende que nosotros lo paguemos. #ConMiDineroNo