La vida es tan caprichosa que quienes buscan por todos los medios trascender en la historia como héroes finalmente quedan como villanos. Hay otros, como el caso del cantautor Luis Eduardo Aute, que, con su talento, sencillez, humildad y su concepto del amor, la soledad y la indiferencia entre los humanos lo inmortalizaron al igual que todos los grandes que se han ido a otra mejor vida, donde, seguramente, sí encontrará rosas en el mar.
La muerte terrenal de un hombre como lo fue Aute, duele, cimbra, provoca nostalgia y un sentimiento de pérdida irreparable en tiempos donde el talento escasea, en tiempos donde la mercadotecnia crea artistas de cartón que no aportan nada a una sociedad tan podrida como la que nos tocó vivir.
Sí, es una gran pérdida para el arte, sobre todo para lo sentimientos que tan atinadamente logró describir en cada una de sus composiciones. No somos nosotros quienes le lloramos, será el amor quien se sienta perdido ante su ausencia porque ya no estará quien lo defienda.
Sus temas de una profundidad que arrancaba las lágrimas fueron verdaderos poemas, pero también, eran críticas severas ante el comportamiento humano o mejor dicho inhumano de quienes habitamos este planeta.
“Voy buscando un amor que quiera comprender la alegría y el dolor, la ira y el placer, un bello amor sin un final, que olvidé para perdonar, es más fácil encontrar rosas en el mar. Voy buscando la razón de tanta falsedad, la mentira es obsesión y falta la verdad ¿qué ganaran? ¿qué perderán? Si todo esto pasará, es más fácil encontrar rosas en el mar. Voy pidiendo libertad y no quieren oír, es una necesidad para poder vivir, la libertad, la libertad, derecho de la humanidad, es más fácil encontrar rosas en el mar…”
Aute fue un personaje muy peculiar, amaba lo que hacía, pero no lo hacía para ganar fama y dinero, componer era su manera de expresar sus emociones y de protestar ante la injusticia mundial; vivir sin amor, decía, es caminar como un zombi. Sentirse querido por otro, sentir que tu existencia tiene sentido porque otro aprecia que estés vivo es lo más grande que hay. Es cuando el amor justifica la vida.
Y así como enaltecía el amor, la soledad era una constante para él. Quizá la vivió de cerca involuntariamente porque la mayoría de los grandes la hacen su compañera, la soledad la definía como una enfermedad solo capaz de ser derrotada por el amor profundo.
Muchas veces se definió como un eterno inconformista, sentimiento que plasmaba no solo en sus canciones, lo hacía en sus poesías, en sus pinturas, en sus esculturas. Aute el eterno enamorado, el eterno solitario, el eterno soñador, el artista que, en mi opinión, solo tuvo una equivocación en su vida: la fiesta taurina.