Por José García Sánchez
Toda polarización social ocurre cuando existe inestabilidad económica y política. Se comenta, desde algunos ángulos de la opinión pública, que el enfrentamiento entre mexicanos se intensifica y que puede estallar en una guerra civil, responsabilidad del gobierno.
Las voces que impulsan esta idea provienen de un sector nostálgico porque les conviene dar por muerta la solidaridad como expresión comunitaria.
El sector minoritario que denomina polarización a las diferencias naturales de una sociedad libre sólo impulsa desigualdades que terminan por enfrentar a semejantes. La historia de la lucha social en el país radica en que pelean pobres contra pobres mientras el resto, que es una minoría, observa la contienda para manipular luego al vencedor.
Resulta imposible pensar en una polarización social luego de más de un año de encierro forzoso por la pandemia. Cómo saber si dentro de las casas, donde apenas se asomaban algunas cabezas puede existir polarización. Intentan exacerbar el individualismo porque encaja perfectamente en su proyecto de nación, donde la solidaridad, la organización, la identificación con el otro les estorba tanto que lo consideran un obstáculo a sus planes.
Medir una polarización en condiciones que no son normales es un disparate y darle un nombre a una condición social atípica en vísperas de elecciones se convierte en un visión parcial y mal intencionada.
En países donde en realidad existe la polarización social no es necesario divulgarla, se padece, pero como es un insumo del discurso opositor lo usan como antídoto a la solidaridad que identifica a los mexicanos.
Utilizar la individualidad ante la concordia, conduce a la indiferencia social y política, al desprecio por la participación, a la negación de la organización.
Hablar de polarización social en México muestra la impotencia en el debate y sólo así puedan entenderse las diferencias, donde los contrincantes se convierten en enemigos. No puede haber equidad en un núcleo de individualistas, pero sí pueden crecer y fortalecerse grandes diferencias sociales.
La división actual entre los mexicanos no es mayor o menor que en otros tiempos, menos aún por cuestiones políticas. Es deseable que haya más interés en la acción política, pero no es el caso de México.
Son los tiempos de crisis cuando la individualidad puede tener auge, a veces efímero; sin embargo, las próximas elecciones no representan ningún riesgo para la mayoría de los habitantes del país, sí lo es para minorías que corren el peligro de alejarlos más de lo que creyeron propio y no les pertenece. No perciben la participación electoral como acto democrático sino como la derrota definitiva.
La interacción social no sucede entre individuos aislados tampoco la expresión pública de las diferencias, ocurre en cada momento a la vista de todos. Ahora sólo existe la solidaridad sobre la indiferencia individualista, esa que da lugar a la polarización.