Columnas
Todas las transiciones de gobierno del estado tiene su importancia por el papel preponderante que jugaron el día de la elección. De igual forma, la totalidad de ellas marcaron un precedente histórico, especialmente la entidad federativa de Yucatán, que durante mucho tiempo fue uno de los bastiones del PAN. Ellos, de hecho, nunca pensaron qué Morena rompería el paradigma en aquel punto del territorio nacional. Sin embargo, hay una razón muy poderosa que nadie puede refutar: el inmenso cariño que el movimiento lopezobradorista ha sabido ganarse a pulso, en particular con el legado que dejará el presidente López Obrador.
Aunque no lo quieran, la propia oposición ha si lo ha reconocido. Saben que la correlación de fuerzas provocó un impacto a nivel nacional. Pero, más allá de eso, la izquierda, una vez instalada en el poder, ha cumplido a cabalidad las promesas hechas en campaña y eso, por mucho, continuó abriendo camino a la consolidación de los estados. Ahí, en efecto, radica la fuerza que llevó a Claudia Sheinbaum al triunfo abrumador. Entonces, considerando la continuidad que profundizará las políticas públicas, es importante ir echando un vistazo al relevante ejercicio de transición que, en unos meses, viviremos con grandes expectativas. En Chiapas, por ejemplo, sigue resaltando la capacidad de planeación del gobernador electo, Eduardo Ramírez.
Él, podemos decirlo así, ha sido pionero en los trabajos previos de coordinación no solamente para la entrega recepción, sino para los proyectos que vienen en puerta. En esos meses, incluso, el gobernador electo ha logrado concretar reuniones al más alto nivel político. Se reunió, ni más ni menos, con las secretarías claves para el desarrollo económico, lo mismo que los titulares de las fuerzas de seguridad nacional, con el fin de llevar a cabo una estrategia integral en aras de la pacificación en el sur del país. De hecho, Eduardo Ramírez se ha ido concentrando en esa tarea, como una de las principales demandas que aquejan a la población civil.
Y como el diálogo es uno de sus principales mecanismos para tender puentes de interlocución, el gobernador electo, Eduardo Ramírez, ha comenzado las pláticas con los presidentes municipales que, sabemos, tienen proyectos de obra e infraestructura, pero también necesidades en los servicios públicos que ofrece la administración. Eso, desde años atrás, ha sido una de las virtudes de Ramírez. Sabe poner especial atención en cada uno de los componentes esenciales que puedan influir en mejorar cada área de oportunidad. De acuerdo con esa perspectiva, Chiapas, por ese clima que se vive, será un epicentro clave de la transformación. Quienes así lo percibimos tenemos la plena seguridad que, por la enorme esperanza depositada en el mandato popular, el Jaguar estará a la altura de los grandes desafíos para contribuir al desarrollo social y económico.
En esa dirección se dirige y, desde luego, el despegue comenzará en los primeros meses que Eduardo Ramírez tome protesta como gobernador constitucional de Chiapas. Será, en pocas palabras, un generador de cambio y un hombre clave en la gestión con la federación. Recordemos que, para tal efecto, hay una relación de amistad y compañerismo muy sólida entre Ramírez y Claudia Sheinbaum. Eso se debe, evidentemente, al trabajo de base que ha llevado a cabo el Jaguar, y por supuesto al fenómeno social que constituye en el sur. Eso lo vimos, por mucho, en el pasado proceso electoral en que se impuso Morena con mucha categoría y dominio. De hecho, eso fue un ejemplo claro del poder de convocatoria que jala el mandatario electo.
Por eso ha generado tantas expectativas el ganador de las elecciones, Eduardo Ramírez. Él, además del liderazgo que constituye, sabrá conducir los trabajos institucionales para llevar a Chiapas al nivel óptimo de desarrollo. Su manejo previo, en efecto, lo está llevando a conseguir acuerdos con las dependencias de primer nivel. Y no solamente a nivel nacional, sino en el plano internacional, Ramírez Aguilar está sentando las bases para que la frontera del sur, en términos económicos, sea un corredor para generar fuentes de empleo e inversión. No hay que olvidar que, para tal caso, el gobernador electo entregó un proyecto integral a Claudia Sheinbaum. Es, por así decirlo, un andamiaje de acciones que contemplan la obra e infraestructura, lo mismo que las necesidades fundamentales en salud, educación, seguridad y programas sociales, donde la federación tiene plena coordinación.
Por eso y por muchas razones vemos un escenario prometedor en el arranque de la gestión de Eduardo Ramírez. En todo caso, es el porvenir que hemos podido anticipar con todos los mecanismos de comunicación que, desde hace muchas semanas, ha puesto en marcha el Jaguar Negro. Él mismo sabe que, para resolver las necesidades de la sociedad, hay que ir planeando y tendiendo puentes de manera estratégica, pues tendrá, además del inmenso apoyo popular, un congreso local que reformará aquellas políticas públicas que sean indispensables para el progreso.