La especulación que mostraron más de un comentarista y la acuciosidad innecesaria de algunos reporteros deja muy claras las razones de la existencia de la conferencia matutina de Palacio Nacional, la cual no sólo es necesaria sino indispensable, de otra manera no tuviera público.
Mientras haya periodistas que hacen del rumor un hecho consumado, de la especulación una investigación, es necesaria incluso una en la noche, ante el escenario de comunicadores que escriben lo que sus intereses les dictan.
Bastó una breve ausencia del Presidente para que emergieran medios luciendo el viejo vicio de hacer de los deseos realidad, tratando de anunciar gravedad en el malestar del Presidente, en lugar de dar crédito a las versiones oficiales sobre su salud que llamaron, de inmediato hermetismo. Los reporteros querían saber hasta el número de cédula profesional de los médicos, y si no eran públicos esos datos es que había hermetismo, y con esa ligereza empezaron a especular.
Hubo quien justificó la especulación ante silencios que nunca existieron. La fuerza de los medios radica en quienes difunden contenido, hay quienes lo crean en sus oficinas y lo lanzan rumores como verdades que chocan con la realidad. A pesar de esto haya quienes siguen creyendo que algo de verdad puede filtrarse en la mentira de ahí que digan que “si el río suena es que agua lleva”.
Mientras las frases y los dichos sigan marcando las reglas del periodismo es necesaria una versión oficial que aproxime la realidad del país a los mexicanos. De otra manera, el rumor y la especulación se convertirá en caos y la realidad será una especie de religión donde el dogma de fe impera sobre la razón.
La sociedad estuvo a expensas de una información electrónica durante la pandemia, principalmente de la televisión, escuchando una sola versión de una realidad inexistente, lo cual retrasó, en gran medida el proceso natural de toma de conciencia. Después de la pandemia y de regímenes de complicidades entre comunicadores y funcionarios públicos, emerge la podredumbre de un periodismo acostumbrado a hacer de la especulación su modus operandi, reconocido como tal por sus más conspicuos comentaristas.
El periodismo convencional, de los medios viejos, creados el siglo pasado, deben dar un golpe de timón hacia la verdad, de otra manera vive sus últimos días amarrados a un pasado que no regresará y a unos vicios que se hacen evidentes cada vez con mayor claridad.
Los enemigos de la mañanera lo son porque sus contenidos son contrarios a los suyos. No se trata de una competencia de interpretaciones de la realidad ni de pugnan de espacios sino de reflejarla con pruebas, testimonios, evidencias. Esta es una advertencia del antiperiodismo que se sabía existía pero nunca, como ahora, se mostraba con pruebas, testimonios y evidencias.