Cuando un partido se coaliga electoralmente con otro, si no es preponderante en el número de candidaturas e intervenciones públicas, se vuelve incongruente por similares que parezcan sus acciones y pensamiento. La aparente distancia ideológica entre los partidos opositores deja un vacío que fortalece la ideología del poder.
La mezcla del PAN, el PRI y el PRD abandona sus ideas políticas para alcanzar una meta pragmática: no quieren el poder, objetivo legítimo de todo partido político, sólo quieren la mayoría para hacer equilibrio. Es decir, sabotear, desde el Congreso, las decisiones del Jefe del Ejecutivo.
Esta coalición deja la ideología a un lado y extravía la identificación partidista. La vinculación emocional, psicológica, sentimental entre el individuo y un partido político implica una situación clara de pertenencia como grupo de referencia personal, que es uno de los factores que integran el voto duro en esos tres partidos; sin embargo, ante esta extravagante unidad no cohesiona ideas, sino uniforma criterios de oposición, que no por ser similares logran la unidad electoral, sin más idea social que oponerse al poder.
Este proyecto común es tan urgente que no les importó dejar atrás el pensamiento que sirvió de motor ideológico a sus respectivos partidos, tampoco tomaron en cuenta la posibilidad de ganar gubernaturas, su trabajo en esos estados ha sido nulo.
Se careció de trabajo al interior de esos tres partidos, dejaron de comunicarse con la población. Suspendieron relaciones incluso con sus militantes y simpatizantes a grado tal que hubo deserciones y no siempre para ir a otro partido, simplemente rechazaron la práctica política en lo individual, sumándose a las filas del abstencionismo electoral y de la abstinencia de la práctica partidista.
Hubo una especie de ayuno en las labores de esos tres partidos a pesar de la urgencia de reconstruirse, incluso de renacer. Una refundación de cualquiera de esos tres partidos hubiera creado mayores expectativas políticas y sociales que su pasividad limitada a desgastar.
Esos tres partidos se montaron en una inercia confiados en que el poder se desgastaría solo, que la pandemia terminaría con su popularidad, que el apoyo social moriría ante sus denostaciones, pero sus pronósticos no fueron acertados y el vacío de actividades internas se deja ver desde afuera, es decir, desde la percepción de los electores, enriqueciendo la labor de un gobierno que muestra que trabaja desde temprano y no descansa los fines de semana, que sean acertadas o no sus disposiciones, eso no importa, lo que ven es que trabaja.
La unidad electoral tiene el objetivo de equilibrar el Congreso y esto no siempre implica triunfar en las urnas, —que es lo que por ahora no les interesa—, para eso están las plurinominales, la reserva estratégica de calificar una sobrerrepresentación, o simplemente espacios en los medios afines.