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En la actualidad los encuentros de parejas ocupan un lugar secundario dentro de la lucha libre, sin embargo, antaño los dúos ocuparon un lugar de primerísima importancia en el gusto del público aficionado al deporte de los costalazos. Grandes parejas hicieron época y sus hazañas sobre el encordado serán recordadas por siempre. ¿Cómo olvidar a la dupla de los “hermanos” Shadow, formada por Black Shadow y Blue Demon; la de los rudos René Guajardo-Karloff Lagarde, una de las más salvajes que se han visto; o la que hicieron el gran Cesáreo Manriquez, mejor conocido como El Médico Asesino y su inseparable Enfermero? Pero no existe en la historia del pancracio nacional una pareja que haya dejado una huella tan profunda y perdurable en la memoria como la que integraron El Santo y Salvador “El Gori” Guerrero.
Se conocieron a principios de 1944, cuando el plateado ya era estelarista y al Gori se le consideraba como el novato del año. Nacido en Texas, Salvador Guerrero vivió en Guadalajara desde los doce años, donde inició su carrera como luchador, para trasladarse posteriormente a la capital del país en pos de los grandes carteles. Debido a su estilo huracanado e irrefrenable al Gori se le llamó también “El Ave de las Tempestades” o “El Chacal de los Altos”. Fue sin duda uno de los gladiadores trogloditas más grandes que ha habido.
Al poco tiempo de su primer contacto, El Gori se ofreció para hacer pareja con el plateado y éste aceptó, sabedor de su enorme potencial, aunque sólo en plazas de provincia, dado que en el D.F. Guerrero aún no tenía mucha fama. Desde el principio la dupla Santo-Gori fue explosiva; en todas y cada una de las plazas donde se presentaron provocaron fenomenales broncas y zafarranchos, con la consabida visita a la cárcel y pago de multa por alterar el orden público. Parecía que preferían dormir en una celda que en un cuarto de hotel, pues prácticamente no hubo comandancia o cárcel que no conocieran. Empleaban toda una gama de marrullerías para vencer a sus rivales, ante el enojo del público que reclamaba buscando justicia. Gracias a ello los ojos de muchos se fijaron en ese par de energúmenos. La gran oportunidad por fin se les presentó el 19 de noviembre de 1944, cuando enfrentaron en la Arena México en lucha estelar a Bobby Bonales y Jack O Brian. La primera caída la ganaron los técnicos, pero fue sólo una ilusión, porque en las siguientes dos fueron apabullados y no supieron dónde estaban, perdieron por nocaut. A la semana siguiente se dio la revancha en superlibre sin réferi de por medio y les recetaron la misma dósis: El Santo se arrojó por primera vez con su tope desde la tercera cuerda, mientras que Gori lució en grande con sus mortales cangrejos. Ese fue de hecho el principio de una era de terror y violencia sobre el cuadrilátero de seis por seis.
Por entonces todo aquello que sonara, o diera la apariencia de ser novedoso y superior, en comparación con lo ya existente, era bautizado como “atómico”; fue así que el fenomenal dueto recibió el mote de “La Pareja Atómica” -gracias a la genial pluma de Antonio Andere-, cuando lucharon, el 31 de marzo de 1946, contra los hermanos de origen estadounidense Tuffy y Benny Truesdell, quienes de gira por estos lares habían vencido y humillado a los mejores gladiadores nacionales. El encuentro entre los cuatro rudos llevó hasta el delirio al público, que vio vencer a los flamantes “Atómicos”.
La Pareja Atómica luchaba como un sólo hombre. ¡Cuánta coordinación había entre ellos! Gori Guerrero era un depredador del ring, mientras que El Santo era astuto; esperaba el momento oportuno para atacar y desatar su furia incontenible. Eran “una perfecta amalgama de inteligencia y violencia”. Pasaban largas horas en el gimnasio conociendo los secretos del otro, como sucedió con la celebérrima llave “de a caballo”, creación del Gori que el plateado le ayudó a perfeccionar y que en años posteriores sería su sello personal. Su relación fue más allá del ámbito profesional y eventualmente los llevó a convertirse en compadres, llegaron incluso a secondearse mutuamente cuando actuaban solos. Sólo la muerte del Enmascarado de Plata, en 1984, logró acabar con su amistad.
La mejor época de la Pareja Atómica se dio entre 1944 y 1954; fueron diez años de triunfos y logros en los que impusieron su dominio y, aunque no eran invencibles, la mayoría de las derrotas que sufrieron fueron producto de descalificaciones. Sostuvieron cruentas batallas con El Cavernario Galindo-Black Shadow, Blue Demon-Black Shadow, Tarzán López-Enrique Llanes y Wolf Ruvinskis-Ted Williams, entre muchas otras. Enfrentarse a los atómicos “era tanto como llegar al infierno sin haber pecado”. Su sociedad nunca se deshizo oficialmente, pero cuando el Gori emigró a Estados Unidos, en la práctica quedó disuelta. Durante la década de los sesenta volvieron a aparecer esporádicamente. Gori Guerrero se presentó al lado de su compadre El Santo en la función de despedida de éste, en 1982. ¡Feliz año! Hasta el próximo jueves…