Columnas
Por Azucena Cisneros Coss
Presidenta Municipal de Ecatepec
La presidenta Claudia Sheinbaum participó, en días recientes, como invitada en la plenaria de la 51a Cumbre de los Líderes del llamado G-7, grupo que, como se sabe, está conformado por varias de las principales potencias mundiales.
Frente a un escenario mundial convulso, con ataques bélicos que se suceden uno tras otro, la presidente Sheinbaum fue muy clara al afirmar que nuestro país apuesta por el humanismo antes que rendirse ante el conformismo o el silencio, porque hablar de seguridad y de transición energética es también hablar de la paz “y la visión mexicana se sustenta en que el camino no es el armamentismo, sino la diplomacia activa”.
Una mujer política haciendo política en los espacios adecuados, proponiendo que las grandes potencias trabajen en favor de la paz sin vacilar, con firmeza.
La paz como camino para el desarrollo humano, respaldada por la justicia, el comercio justo, las oportunidades, el respeto a los derechos humanos y la cooperación, eso fue lo que propuso nuestra Presidenta.
Hay quienes piensan distinto y se empeñan en generar conflagraciones bélicas o comerciales a la menor provocación. Desde siempre, en México hemos estado en contra de eso porque, como refirió nuestra Presidenta, “Un gran presidente de México, Benito Juárez García, indígena zapoteco de gran visión, conocido como el ‘Benemérito de las Américas’ hizo legado universal el siguiente pensamiento: “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.
“Dada la situación internacional de la que no podemos abstraernos, en nombre de México, hacemos un llamado a las grandes naciones a construir en vez de destruir, a trabajar con firmeza por la paz”, remarcó la presidenta.
Desde Ecatepec, todos los días, en las denominadas Mesas de Paz, se aporta justo no sólo para resolver problemas cotidianos o de seguridad, sino para que esos principios que caracterizan al país, a la presidenta Sheinbaum y a la gobernadora Delfina Gómez, se hagan realidad.
Porque es precisamente la atención a los resortes generadores de conflictos como se va aligerando la carga, armonizando los tejidos previamente rotos, en un nuevo humanismo mexicano que se sustenta en la mejor apuesta: el camino de la paz.