Columnas
Vivimos en un país hermoso y diverso, lleno de gente trabajadora y con un corazón enorme. Sin embargo, entre nosotros hay personas que día a día enfrentan retos mucho más grandes que los nuestros. Son esas personas en condición vulnerable, aquellas que no tienen acceso a los mismos derechos, oportunidades y recursos que muchos damos por sentados.
Pienso, por ejemplo, en las personas con discapacidad que no encuentran transporte adecuado para desplazarse con independencia, o que simplemente no pueden acceder a un empleo porque el sistema no contempla sus necesidades. También están las mujeres que son jefas de hogar y no tienen una red de apoyo para cuidar a sus hijos mientras salen a trabajar, o las personas mayores que viven solas y sin acceso a servicios de salud. Y qué decir de las personas de la comunidad LGBT+, que enfrentan discriminación constante solo por decidir ser.
El 16% de la población en México vive con algún tipo de discapacidad, lo que representa un porcentaje considerable que requiere atención urgente. Para derribar las barreras sociales, se necesitan políticas públicas incluyentes, accesibilidad en infraestructuras y servicios, y cambios en la educación para fomentar una mayor conciencia y respeto hacia las personas con discapacidad. Además, implementar programas de empleo incluyente, asegurar acceso a servicios de salud especializados, y promover una legislación que garantice sus derechos y participación plena en la sociedad son pasos fundamentales para reducir las desigualdades.
Cómo representantes populares estamos obligados a legislar para atender las grandes realidades de estos grupos, es necesario asegurarnos de que, como sociedad, estemos construyendo un México que no deje a nadie atrás, que sea cada día más justo, que entienda que la igualdad no es dar lo mismo a todos, sino dar a cada quien lo que necesita para vivir con dignidad.
Los grupos en condición vulnerable históricamente han sido discriminados, ¿cuánto tiempo más tienen que esperar para que sus necesidades se tomen en serio? Cada día sin políticas de apoyo y protección representa años de vida sin oportunidades, sin voz y sin esperanza. Legisladores y ciudadanos debemos recordar que detrás de cada ley y cada reforma hay personas de carne y hueso, personas que sueñan con un mejor presente.
Por eso es urgente que las leyes en México se sigan transformando y consideren a quienes viven en condiciones de vulnerabilidad. Se necesita un marco legal sólido que garantice la inclusión de estas personas en cada rincón de nuestra sociedad: en la educación, el trabajo, la salud, el transporte. Legislaciones como un sistema de cuidados para las personas que necesitan apoyo constante, accesos universales para quienes viven con discapacidad o leyes que garanticen un trato digno e igualitario para todas las identidades.
No estamos hablando de algo irrealizable; hablamos de un México posible, de un país en el que todos, sin excepción, podamos florecer.
María Rosete