AFP
Mucho antes del anuncio del "Día de la Liberación" de Donald Trump, Estados Unidos había jugado con la idea de imponer aranceles elevados a lo largo de su historia, con resultados inconcluyentes -y a veces catastróficos-.
"Tenemos un presidente del siglo XX en una economía del siglo XXI que quiere llevarnos de vuelta al siglo XIX", publicó en X el profesor de economía del Dartmouth College, Douglas Irwin.
El siglo XIX marcó la época dorada de los aranceles en Estados Unidos, con una tasa promedio que regularmente rozaba el 50 por ciento.
El siglo extendió una doctrina adoptada desde la fundación del país, que abogaba por la protección de la economía estadounidense mientras ésta atravesaba un período de industrialización.
"Estudios cuidadosos de ese período sugieren que los aranceles ayudaron a proteger el desarrollo interno de la industria hasta cierto punto", dijo Keith Maskus, profesor de la Universidad de Colorado.
"Pero los dos factores más importantes fueron el acceso a la mano de obra internacional y al capital... que fluía hacia Estados Unidos durante ese período", añadió.
Christopher Meissner, profesor de la Universidad de California en Davis, dijo a AFP que además de estos factores, "la razón por la que teníamos un sector industrial próspero en Estados Unidos era que teníamos un gran acceso a los recursos naturales".
Estos recursos incluían carbón, petróleo, mineral de hierro, cobre y madera, todos ellos cruciales para la industria.
"El sector industrial no habría sido mucho más pequeño si tuviéramos aranceles mucho más bajos", añadió Meissner.
Poco después de asumir el cargo en enero, Trump dijo: "Fuimos más ricos entre 1870 y 1913".
El republicano de 78 años a menudo hace referencia al expresidente estadounidense William McKinley, quien estuvo detrás de una de las leyes arancelarias más restrictivas del país, aprobada en 1890.
Estos aranceles no impidieron que las importaciones siguieran creciendo en los años siguientes, aunque una vez que se redujeron los derechos de aduana en 1894, la cantidad de bienes que Estados Unidos compraba en el exterior se mantuvo por debajo de los picos anteriores.
- Gran Depresión -
En 1929, el profesor de Harvard George Roorbach escribió: "Desde el final de la Guerra Civil (1865), durante la cual Estados Unidos estuvo bajo un sistema proteccionista casi, si no totalmente, sin interrupción, nuestro comercio de importación se ha expandido enormemente".
"Las fluctuaciones que se han producido parecen estar relacionadas principalmente con factores distintos a los altibajos de los tipos arancelarios", añadió.
Un año después, la joven nación volvió a apretar las tuercas con los aranceles, esta vez bajo el mandato del presidente republicano Herbert Hoover.
La Ley Arancelaria Smoot-Hawley de 1930 es mejor recordada "por desencadenar una guerra comercial global y profundizar la Gran Depresión", según el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales.
"Lo que generó la depresión... fueron muchos factores complicados, pero el aumento de tarifas es uno de ellos", dijo Maskus de la Universidad de Colorado.
El final de la Segunda Guerra Mundial marcó el inicio de una nueva era en el comercio, definida por la ratificación en 1947 por 23 países –incluido Estados Unidos– del acuerdo de libre comercio GATT.
El acuerdo creó las condiciones para el desarrollo del comercio internacional al imponer aranceles aduaneros más moderados.
El impulso se mantuvo gracias al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) entre Estados Unidos, México y Canadá, que entró en vigor en 1994.
Además del TLCAN, el libre comercio en Estados Unidos se amplió aún más con la creación de la Organización Mundial del Comercio en 1995 y un acuerdo de libre comercio de 2004 entre Estados Unidos y varios países centroamericanos.
Durante su primer mandato, Donald Trump reabrió el libro de aranceles y decidió adoptar nuevas medidas contra China, muchas de las cuales se mantuvieron bajo su sucesor, Joe Biden.
Pero a pesar de estos gravámenes, el déficit comercial de Estados Unidos con China siguió creciendo hasta 2022, cuando China se vio afectada por una brutal desaceleración económica no relacionada con los aranceles.
Para Keith Maskus, los aranceles impuestos a Pekín no hicieron mucho para impedir el crecimiento de las importaciones procedentes de China.
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