“Lo que convierte a la política en algo tan inquietante es el hecho de que sea imprevisible, cuál será la próxima sorpresa que la ciudadanía está preparando a sus políticos”
Daniel Innerarity
Frecuentemente le digo a mis clientes que la investigación electoral es como un GPS para un conductor. Lo más importante es que nos diga dónde estamos parados, lo segundo es cuál es la ruta más eficiente para llegar a nuestro destino y lo tercero, cuáles son las oportunidades o amenazas que nos podríamos encontrar en nuestro trayecto.
Hoy, la investigación electoral se vale de herramientas muy sofisticadas que; sin embargo, han sido insuficientes y limitadas para explicar las realidades a las que nos enfrentamos. Quizá el GPS al que tenemos acceso está manifestando ser insuficiente para transitar la villa política.
La sociedad pareciera estar circulando en lugares desconocidos, en calles sin señalización ni iluminación, sin línea telefónica continua para navegar seguros por una ruta clara, pero los estudios no han sido capaces de reflejar ese sentimiento de confusión y desorientación.
Los políticos asumen los resultados de sus estudios bajo el lente de su interpretación y por tanto terminan no haciendo nada para entender lo que está pasando.
Como sucedió con la interpretación de los resultados de las elecciones de Coahuila que el PRI vio como crecimiento y un triunfo; o los resultados de la elección interna de Morena con los cuales la dirigencia se dice legitimada por el pueblo bueno, que asumió las funciones de partido.
La realidad electoral ya no se puede entender con las mismas herramientas de investigación que se limitaban a estudiar a los votantes que antes se identificaban con un partido político y que por tanto tenía actitudes más previsibles o conocidas de las que hoy tiene esta nueva masa electoral.
Pero eso no quiere decir que no se deban hacer preguntas para tratar de entender lo que pasa. He visto políticos que ante la poca capacidad de predecir lo que va a pasar en los procesos políticos, dejan de estudiar la realidad y renuncian a su obligación de adaptarse y de aprender de eso nuevo que gestionan.
Hoy, con más de 50 por ciento de los ciudadanos que no se siente identificado con ningún partido político, los GPS deben ser capaces de reinventarse para volver a entender esa pluralidad de pensamientos, opiniones, críticas y voces, pues no es viable salir a ofrecer una ubicación, una ruta y un panorama con tanto margen de error.
Esto plantea la necesidad de aspirar a tener políticos más preparados para entender para qué sirve estudiar a la opinión pública, a evaluar a los distintos encuestadores para diferenciar a los charlatanes de los más profesionales, a no caer en el halago de las críticas que le rodean y de entender que su interpretación no es la única.
Eso o esperar a que nuevamente los ciudadanos lo sorprendan apenas abra sus oficinas para gobernar. La mala política debe cambiar con más y mejor preparación.