En los artículos anteriores, abordamos el impacto del cambio climático y el impacto de la escasez de agua en la salud de los seres humanos.
Ahora en México estamos en la temporada de calor, que generalmente comienza a mediados o finales de la primavera y se extiende hasta finales del verano o principios del otoño, dependiendo de la región. Sus características principales incluyen temperaturas altas durante el día y noches cálidas, con una menor probabilidad de lluvia.
La capacidad del ser humano para tolerar las altas temperaturas varía; sin embargo, el mayor riesgo ocurre cuando la temperatura externa puede elevar la temperatura corporal interna hasta alrededor de 42°C (107.6°F), lo cual puede provocar daños graves e incluso la muerte. Por lo tanto, es crucial tomar precauciones específicas según la temperatura ambiental y los grupos de edad.
Para niños y bebés, que son más sensibles al calor y pueden deshidratarse rápidamente, se deben tomar precauciones especiales cuando la temperatura ambiental supera los 30°C (86°F), como mantenerlos hidratados, vestirlos con ropa ligera y protegerlos del sol directo. Los adultos, aunque son más resistentes al calor que los niños, también deben tomar precauciones cuando la temperatura se acerca a los 35°C (95°F), como mantenerse hidratados, evitar la exposición prolongada al sol y buscar lugares frescos y sombreados. Las personas mayores tienen un mayor riesgo de sufrir complicaciones relacionadas con el calor debido a cambios en la capacidad del cuerpo para regular la temperatura. Por lo tanto, deben tomar precauciones adicionales cuando la temperatura supera los 30°C (86°F), como mantenerse hidratados, evitar la exposición al sol durante las horas más calurosas del día y permanecer en lugares frescos. Es importante estar atentos a las advertencias meteorológicas y tomar medidas para mantenerse frescos e hidratados durante los períodos de altas temperaturas, independientemente de la edad.
Durante la temporada de calor, pueden desarrollarse diversas enfermedades, como el golpe de calor, la deshidratación, las quemaduras solares, las infecciones gastrointestinales y los problemas respiratorios. Estas enfermedades son el resultado de la exposición prolongada a altas temperaturas, la deshidratación, la exposición excesiva al sol y otros factores ambientales que afectan la salud. Por lo tanto, es importante tomar medidas preventivas, como mantenerse hidratado, evitar la exposición prolongada al sol y tener cuidado con los alimentos y el agua, para reducir el riesgo de desarrollar estas enfermedades durante los meses más calurosos del año.
Sin embargo, como en la salud y en la enfermedad, como en todo, como bien dijo Ramón de Campoamor: "Nada es verdad, nada es mentira, todo es según el cristal con que se mira".