Recuerdo cuando en mi primer trabajo como reportera en Tijuana, un jefe del área de noticias, empezaba las mañanas con frases repugnantes. Tenía el turno de la mañana, yo llegaba a trabajar a las 5 AM y el se aparecía por redacción unas 4 horas después. Entraba a su oficina, leía los periódicos y entonces empezaba a dar las instrucciones para los reporteros de las fuentes que apenas salían a trabajar. “Vamos vamos -aplaudiendo- a talonear y sacar la nota. Aquí todos comemos de lo que ustedes traen y talonean” refiriéndose a las mujeres. En el norte, se le dice taloneras a las prostitutas.
Todos en la redacción lo escuchaban y nadie decía nada. Estaba más que normalizado. Mis compañeras ni siquiera se molestan y se sentían mal. Seguro que incómodas sí, porque las risas de nervios se asomaban cada que este hombre hacía comentarios como ese.
Nunca sucedió nada hasta que un día decidí mostrar mi molestia. Ese mismo jefe intentó darme una clase de métodos anticonceptivos en su oficina porque se enteró que tenía novio y no quería –según él- que saliera embarazada y arruinara los planes de la empresa y de cómo se veía eso ante la gente.
Decidí hablarlo con una jefa inmediata, la cual actuó de inmediato y se lo contó al director de toda la empresa. Este era un hombre muy educado y odiaba los abusos en la empresa. Decidió que aquél director misógino no podía tener más autoridad sobre mí y me dijo que tratara directamente con él. Fue una buena noticia porque era un hombre honorable, pero el jefe misógino me bloqueó para siempre.
Yo no podía, ni por error, cubrir una suplencia o aspirar a un puesto más alto. Jamás pude desarrollar mi potencial mientras él estuvo en esa empresa.
Y aún creo que me fue bien, pero hay mujeres que son acosadas, abusadas e incluso violadas, sexualmente o todos sus derechos. Mujeres con hijos, que tienen que vivir esa misoginia todos los días. Y no hablo solo de lo laboral, falta darle a una mirada al mundo para poder encontrar mucho de este mal en casi todas las esferas de la sociedad.
Me da mucha pena cada vez que una persona pública expresa su machismo y luego se justifica diciendo que fue una broma. Cientos de miles de mujeres que sufren de este mal pudieran explicarle que este cáncer es bastante real.
Luisito Comunica, influencer con casi 8 millones de seguidores tan solo en Twitter creyó chistoso publicar la foto del trasero de su novia con una botella de tequila llamada “Tus nalguitas serán mías” con la frase de publicación “Estás avisada”, claramente haciendo alusión a una violación. Y todos lo festejaron y todos se rieron. Y sus amigos comentaban lo peor. Y luego dijo que era una broma. UNA BROMA. Como si lo que se vive cada día en este país, los feminicidios, las desapariciones de mujeres, lo fueran.