El día de hoy les quiero platicar acerca de un hecho tan común en todos los seres vivos: los sueños.
Como especialista de cerebro, puedo asegurarles que cuando nos sumergimos en el profundo abismo del sueño, nuestro cerebro emprende un viaje al que denomino “asombroso”. Los sueños están tejidos con una amalgama de hilos de imaginación, emociones y experiencias vividas en el pasado.
No omito mencionar que, al caer en el sueño, el cerebro transita por varias etapas del ciclo del sueño, siendo el REM (Rapid Eye Movement) una de las fases más destacadas. Durante esta etapa, la actividad cerebral es notablemente similar a la vigilia, y es aquí donde los sueños más vívidos y memorables tienden a tener lugar.
Cabe señalar que múltiples regiones cerebrales entran en juego durante los sueños, por ejemplo, la corteza prefrontal, responsable de la planificación y la toma de decisiones, se encuentra sorprendentemente activa, mientras que la amígdala, el centro emocional, contribuye a la intensidad emocional de los sueños. La formación del hipocampo, esencial para la consolidación de la memoria, también desempeña un papel crucial al tejer fragmentos de experiencias pasadas en las narrativas oníricas.
Los sueños se generan a través de complejas interacciones entre el córtex cerebral y áreas subcorticales. La información almacenada en la memoria a largo plazo se mezcla y reinterpreta, creando escenarios surrealistas y personajes que pueden carecer de lógica en el mundo despierto.
Durante el sueño REM, una peculiar paradoja se presenta: mientras el cerebro está altamente activo, los músculos del cuerpo experimentan una temporal parálisis conocida como atonía muscular. Este fenómeno protege al soñador de actuar físicamente los eventos del sueño, permitiendo una experiencia onírica sin repercusiones motoras.
Quiero hacer hincapié en que la intensidad emocional de los sueños a menudo es atribuible a la participación de la amígdala y otras estructuras emocionales, es decir, que los sueños pueden servir como un terreno de juego donde se procesan y regulan las emociones, proporcionando un medio para enfrentar y entender experiencias pasadas.
Y ¿qué pasa cuando despertamos?
A medida que emergemos del sueño, la actividad cerebral cambia nuevamente. La transición de vuelta a la vigilia implica la reactivación de la corteza prefrontal, permitiéndonos recordar fragmentos de la trama onírica. Sin embargo, el olvido de los sueños es común debido a la desactivación de ciertas áreas cerebrales responsables del almacenamiento temporal de información.
Recuerden que los sueños no tienen un significado único en particular, sino que representan una amalgama de pensamientos, emociones y recuerdos tejidos durante la noche. Para mí, son una ventana fascinante hacia la complejidad de nuestra mente.