Casimiro Femat Saldívar
Cuatro de las entradas del Diccionario de la Real Academia Española (RAE) para la palabra “conocer”, son las siguientes:
1. tr. Averiguar por el ejercicio de las facultades intelectuales la naturaleza, cualidades y relaciones de las cosas. 3. tr. Percibir el objeto como distinto de todo lo que no es él. 4. tr. Tener trato y comunicación con alguien. U. t. c. prnl. 6. tr. Tener relaciones sexuales con alguien.
”Yo conozco los mapaches”, dice alguien cuando se refiere a que los ha visto; si nos atenemos a la primera acepción del diccionario de la RAE, se entendería que ha investigado todo acerca de esos animalitos; pero no, se refiere solamente a que los puede identificar entre otros. La mayoría entendemos esto último.
¿Entonces quiere decir que el diccionario de la RAE está mal porque no pone en primer lugar el uso más extendido de una palabra?
No, porque en ese caso debiéramos atenermos a la tercera acepción, aunque algunos opinan que la palabra “conocer” solamente debería utilizarse en la primera acepción, la cual ocupa ese lugar porque es la más acotada, precisa para un propósito bien definido.
Si entramos en exquisiteces, habría que referirnos a la teoría del conocimiento; esto es, aquello que está más cercano a la primera acepción del diccionario. Pero eso mejor lo dejamos hasta aquí, no alcanzaría este espacio ni es el lugar para ello.
Lo mismo ocurre con el nombre de alguien, que no basta para saber quién es ese alguien. Cuando oímos el nombre de Agustín N, no nos dice nada si no somos sus amigos, o compañeros de trabajo o si no tenemos ninguna relación con él. Es decir, el nombre de alguien no siempre dice quién es ese alguien. Claro, si es una persona famosa, sabremos que es político, artista, actor, empresario, o todo esto.
En una llamada telefónica puede oirse que uno de los interlocutores dice “conociste a René X, pues murió después de contagiarse”; podríamos oir que le responden “lo conocía de vista”.
Cuántas veces oímos decir que una persona conoce a tal o cual artista, cuando únicamente ha visto alguno de sus cuadros, o asistido a una conferencia.
Dejemos afuera el significado de la palabra “conocer” en su connotación sicalíptica; así, según yo, el significado de conocer a alguien implica, sobre todo, tener trato con ese alguien, no sólo saber a qué se dedica.
Claro que, como en todo, existen los matices: se conoce mucho o poco a alguien, o se le conoce lo mínimo indispensable.
Cuando se conoce mucho a alguien, uno es capaz de saber a qué lugares es más probable que haya ido; cuál película de las que están proyectándose es la que más le gustaría; qué momento sería el más adecuado para plantearle un asunto que requiera su atención, incluso qué pasaría si ese alguien deja de existir.
Hay ocasiones en que nos hemos hecho una imagen de alguien o de algo y nunca llegamos a saber realmente cómo es, juzgamos por la apariencia, y a veces lo mejor es quedarnos con esa primera impresión.
Esto viene a cuento porque circuló en redes un video de alguien que increpó al presidente mediante un altavoz, en el Zócalo, en reclamo por el manejo del Covid; y yo pregunté ¿quién es ese? Y me respondieron: “ya dijo su nombre” —estoy seguro que con la mejor voluntad.