Hasta el próximo mayo, en el museo Laboratorio Arte Alameda se encuentra Actos de Dios, un proyecto de videoinstalación con el que México participó en la 58 Bienal de Venecia, en el 2019. Su autor es el artista Pablo Vargas Lugo y la curadora Magalí Arriola.
Aborda ciertas cuestiones a las que no les damos suficiente atención, aunque tengan efectos muy serios en nuestra vida. Por una parte se trata de la imposibilidad de que individuos diferentes perciban lo mismo y la dificultad que eso implica para ponernos de acuerdo. Dos o más personas, aun cuando experimenten lo mismo, crearan percepciones y puntos de vista distintos de esa misma experiencia.
En segundo lugar, la pieza nos revela cuánto hay de ficción en aquellas grandes narrativas que defienden solo una versión como la válida y verdadera. Ese es el caso del cristianismo.
La instalación está compuesta por tres videos y un tapete de mosaicos de arena. En las grabaciones se abordan algunos de los episodios más representativos de la vida de Cristo. El filme fue grabado en el paisaje desértico de las lagunas de Cuatro Ciénegas, Coahuila. En él se muestra a un cristo moreno. Los rasgos de su personalidad contrastan con el ideal que se tiene de él. Algunas escenas son recreadas con gran poética cinematográfica. Entre ellas, la entrada a la ciudad de Jerusalén durante la Pascua; el momento en que Judas Iscariote se ahorca o bien cuando Jesús imparte su famoso Sermón del Monte.
En la historia oficial del cristianismo cada uno de esos momentos es contado de una única manera. Lo que la pieza hace es llevarnos a la pregunta: ¿cuál es la versión verdadera y quién tiene el poder de decidirlo? Así, en cada uno de los tres videos las mismas escenas o acontecimientos de la vida de Jesús se presentan, pero recreados desde puntos de vista y ángulos muy distintos. El resultado no solo muestra que existen diversas percepciones de las mismas circunstancias, que dependen del ojo de quien las interpreta y del lugar desde el que lo hace. La obra también nos deja ver como los grandes relatos, en el fondo, están permeados por el mito.
Es posible que en la versión oficial de la vida de Jesús estén presentes la idealización y la subjetividad de quienes la cuentan. En ese sentido los relatos oficiales, que instauran una sola visión de las cosas, inevitablemente están mitificados.
No solo el discurso oficial del cristianismo es el que se ve afectado. Se puede decir que toda historia que se oficializa puede ser arbitraria y no necesariamente es la verdad del pasado. Lo que hay es el relato de quien tiene más poder para imponer su visión lo que termina por marginar las versiones que otros producen.
Hay dos enseñanzas valiosas en esto. La primera es que incluso las grandes certezas son imperfectas. ¿Cuál versión tiene más validez, la de los amigos o enemigos de Cristo? ¿La de los hombres o las mujeres? Y por último, nunca es posible conocer en su totalidad lo que otra conciencia distinta a la nuestra percibe. Por eso es tan difícil llegar a verdaderos acuerdos y entender al otro.