POR Claudia Bolaños
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“Venga a vivir a la ciudad dentro de la ciudad”, indicaba la publicidad de venta de los casi 12 mil departamentos del Conjunto Urbano Presidente Adolfo López Mateos, mejor conocido como Tlatelolco, que este 21 de noviembre cumple 55 años, tiempo en el que pasó de ser una zona habitacional de vanguardia, con presupuesto propio, a una que requiere un rescate integral por parte de los tres órdenes de Gobierno.
Desde infraestructura, pasando por mayor seguridad que combata el robo a transeúntes y de autopartes, la recuperación de una clínica del ISSSTE, trabajos de preservación en los murales y en las áreas comunes, son algunas de las necesidades de esta comunidad ubicada en la alcaldía de Cuauhtémoc, indican vecinos.
VIVIENDA DE VANGUARDIA
Era 1964 y faltaban nueve días para la culminación de la administración presidencial cuando se inauguró este nuevo concepto de vivienda plurifamiliar en 102 edificios asentados en un kilómetro cuadrado, y el cual quedó estigmatizado y afectado en su plusvalía por dos acontecimientos relevantes: la matanza de estudiantes del 2 de octubre de 1968, y el sismo de 1985. Ambos eventos generaron migración y hasta invasión.
Cuauhtémoc Abarca, vecino e integrante del Comité 2 de octubre, narró a Contra Réplica que el conjunto urbano fue diseñado para distintos extractos sociales, desde el bajo hasta el alto, y por ello había diferentes tipos de edificios. Los más altos incluso contaban con habitación para la servidumbre y elevador para empleados, pero luego de la reconstrucción y reforzamiento de los edificios tras los sismos de 1985, fueron desaparecidos los elementos clasistas.
Este proyecto del arquitecto y urbanista Mario Pani Darqui, quien fue promotor del funcionalismo, consideró servicios de primera: Planta de tratamiento de aguas (a la fecha sirve para proveer agua para regar la Alameda Central y otros jardines públicos), aspersores de riego para las áreas verdes (ya no sirven), ductos de basura con recolección de la misma dos veces al día, gasoductos, electrificación pública por al subsuelo, 22 escuelas desde jardín de niños hasta preparatoria, cinco clínicas y hospitales, tres clubes sociales y deportivos, zonas comerciales, y una torre de insignia, Banobras.
“Todo surgió por algo impensable para la mayoría, de la revolución cubana que cuando triunfa en América Latina se vive una onda expansiva de su influjo, entonces Estados Unidos intenta opacar esa influencia que impulsa la alianza para el progreso, a través de la cual hace una contra revolución ideológica llamada la Revolución en la paz, para apoyar el desarrollo de grandes proyectos que demostraran que no era necesario hacer una revolución armada para lograr la paz, y así se financia la construcción de Tlatelolco”, narró Abarca.
José Bárcenas García, vecino y Director de Tlatelolco TV, medio de comunicación exprofeo para la zona, hizo saber que por decreto presidencial de Luis Echeverría, en septiembre de 1974, Tlatelolco era una subdelegación con presupuesto propio, pero que no se respetó por autoridades de izquierda, no obstante de su trascendencia histórica, con vestigios arqueológicos y 16 obras artísticas que incluyen trabajos de David Alfaro Siqueiros, Nicandro Puente, Retna, Carlos Mérida, entre otros, algunos a la intemperie.