Columnas
En vísperas de la celebración del grito de independencia, el presidente López Obrador visitó el sur del país. Lo hizo el fin de semana en medio de una despedida muy emotiva por el fin de su sexenio. Cerrará, ni más ni menos, con una aprobación muy elevada de más del 70% de respaldo ciudadano. Los datos son muy claros si comparamos a otros exmandatarios federales. Andrés Manuel, por ejemplo, ha provocado mayor impacto no solo por el humanismo y la cercanía que ha tenido con la sociedad, sino porque ha cumplido al pie de la letra las promesas de campaña que realizó en 2018. Una de ellas, en definitiva, la construcción y puesta en marcha del tren maya. Para tal efecto, AMLO nos demostró que, con voluntad y responsabilidad, se pueden concretar acciones de esa naturaleza.
Desde la llegada del presidente López Obrador, entonces, la mirada ha girado para todas las direcciones del país, especialmente el sur del territorio nacional que, sexenios atrás, estuvo prácticamente en el abandono por los gobiernos neoliberales. Por tal motivo, estamos viviendo una época distinta donde la realidad es otra tal y como se puede observar. Hace unos días, por ejemplo, vimos el júbilo de la ciudadanía por la continuidad que habrá con el proyecto de la cuarta transformación. Podemos reconocer, conforme a la expectativa que se vive, que hay una emoción depositada por la llegada de Eduardo Ramírez a la gubernatura de Chiapas. Debido a ello, solamente queda esperar tres meses para la transición y toma de protesta.
Hoy, por así decirlo, son momentos de planeación, organización y presentación de grandes proyectos de obra e infraestructura que, desde este momento, se han ido detallando bajo la coordinación de Claudia Sheinbaum y Eduardo Ramírez. Para esos fines, fue de vital importancia el cobijo que tuvo el gobernador electo del propio presidente López Obrador. Eso demuestra, además del trabajo colaborativo que existirá, un reconocimiento por la confianza que ha generado el Jaguar con la población civil. La base fundamental de la próxima administración, en efecto, es el enorme respaldo de todos los sectores sociales, básicamente por el resultado histórico que promedió en la pasada elección del dos de junio.
Recurrir a él, desde luego, fue la mejor determinación que tomó la dirigencia nacional. Eduardo Ramírez, en términos sociopolíticos, representa la esperanza de los chiapanecos no solamente para profundizar las políticas de la cuarta transformación, sino para resolver la demanda que aún aqueja a la ciudadanía. Uno de ellos, evidentemente, el tema de la seguridad, lo mismo que el impulso a la educación, campo, salud, obra e infraestructura, sin olvidar la inversión pública y privada que está ligada al desarrollo económico, máxime en un punto clave de la frontera del sur. De hecho, el gobernador electo tiene un diseño para atraer la confianza de empresas que, a la postre, constituyen motores para generar fuentes de empleo.
Y, por si eso fuese poco, el propio Eduardo Ramírez, en varios espacios de opinión, ha mencionado que destinará un presupuesto importante para la red carretera. Con los gobiernos municipales, de hecho, se ha comprometido a poner en marcha algunos puntos claves en las vías de comunicación que, al final de cuentas, serán trascendentales para detonar el desarrollo económico. Además de ello, claro está, esto ofrecerá un abanico de nuevas oportunidades para atraer al sector turístico que, de por sí, es
potencialmente alto, sobre todo con una de las grandes obras de la cuarta transformación: el tren maya.
La buena noticia para el territorio de Chiapas, además de la llegada de Eduardo Ramírez, es que habrá obras de esa naturaleza, pues Claudia Sheinbaum, una vez instalada en Palacio Nacional, pondrá en marcha un programa que, desde este momento, está en la lista de prioridades. Se habla, incluso, de obras de gran impacto que vendrán a revolucionar el desarrollo social y económico del sur del país. La apuesta es muy importante, sobre todo por el avance sustancial que ha tenido aquella parte del territorio nacional. Para tal efecto, tenemos muy claro el fenómeno social que significa la imagen del Jaguar Negro, y el respaldo impresionante que tendrá para gobernar. A eso hay que sumarle el empuje que dará el congreso local que, en su inmensa mayoría, pertenece a la fracción parlamentaria de Morena.
No hay que perder de vista lo que se viene en la previa de la toma de protesta del gobernador de Chiapas. Mientras eso suceda, hay que seguir acostumbrándonos a los encuentros de primer nivel que tiene Eduardo Ramírez. Él, lo dijimos, sabe tener fino.