Por Armando Hernández
Al final de cada año se suele hacer un balance de lo sucedido. Es usual calificar el desarrollo de todo el periodo y ponerle una etiqueta para determinar si fue un año "bueno" o "malo".
Eso mismo hacemos con todo lo que nos rodea, (nuestra realidad; el mundo que percibimos). Nos convertimos en jueces de lo que observamos. Evaluamos las cosas según nuestro criterio.
Al volvernos jueces en lugar de ser solo observadores de la realidad, determinamos nuestro presente y futuro, pero también interpretamos nuestro pasado para tratar de darle sentido.
Esperamos que las cosas sucedan conforme a nuestros deseos, y rechazamos aquello que no se ajusta a lo que esperamos. De esa manera, generamos expectativas, que muchas veces nos producen la frustración de no verlas cumplidas. El deseo y la aversión son causas del sufrimiento.
Todas las cosas que suceden, simplemente suceden. Son "buenas" o "malas" en la medida en que así las califiquemos. Y esa evaluación usualmente sigue nuestros propios deseos, intereses, necesidades, o aversiones. Los sucesos son tan "buenos" o "malos" como queramos. Podemos obtener lo "mejor" o lo "peor" de lo que nos rodea, según tomemos una u otra decisión. La realidad es determinada en gran parte por la voluntad del observador, a través de la percepción y la interpretación.
El año que concluye, este 2020, será recordado por la pandemia que azotó al mundo. Esta situación transformó nuestras pautas habituales de conducta. Nos obligó a hacer cosas que antes no habíamos hecho, o a hacerlas de otra manera.
Para muchos, este fue un annus horribilis. Muchas personas esperan con ansias el fin de la pandemia, para que las cosas "vuelvan a ser como antes".
Desafortunadamente también, la enfermedad trajo tristeza a muchos hogares, que sufrieron directamente la pérdida de algún ser querido.
¿Tiene sentido evaluar negativamente todo un periodo anual, por sucesos o eventos desagradables que ocurrieron? ¿podríamos extender la calificación negativa a todo el decenio, todo lo que va del siglo, o toda nuestra vida? o bien ¿podríamos reducir la etiqueta a un mal día o una mala semana?
¿Desde qué momento comenzamos a contar el año terrible? ¿por qué tendríamos que calificarlo?
El año del inicio de la pandemia podría ser el peor o el mejor año de nuestras vidas. Es sin duda un año de cambios, y el cambio no es ni bueno ni malo, simplemente es algo constante en un mundo caracterizado por la impermanencia.
¿Annus horríbilis? Solo si así lo queremos ver. ¿Annus mirábilis? Muy pocos se atreverían a calificarlo como tal. Pero este año sin duda nos ha traído, como nunca, enseñanzas y oportunidades que no habíamos tenido antes.
Flor de Loto: Cada momento es el inicio de un nuevo año. Todo depende de cuándo iniciemos la cuenta.