Recientemente informamos que en Senado de la República aún existen dispendios innecesarios, pese a la política de austeridad que desde septiembre de 2018 se planteó en la Cámara de Senadores.
Aunque al inicio del sexenio, las y los senadores estuvimos de acuerdo en apegarnos al plan de austeridad republicana, impulsado por la cuarta transformación, la austeridad sólo se realizó de manera aparente. Se recortaron sueldos de senadoras y senadores, a trabajadores de honorarios, se eliminaron vehículos, servicios de meseros, alimentación, en fin, innumerables gastos superfluos e innecesarios. Ante esas medidas, como legisladores, nos manifestamos a favor, sin embargo, a lo largo del sexenio, encontramos que el Senado ha mantenido el mismo presupuesto e incluso aumentó.
Naturalmente, ante la austeridad que hemos tenido como senadores, se debieron haber regresado recursos de la Cámara de Senadores a la Tesorería de la Federación, sin embargo eso no ha ocurrido.
El acuerdo de 2018 referente a la austeridad republicana, buscaba que el gasto público se redujera a lo estrictamente necesario.
Como lo sostuvimos anteriormente, esa austeridad fue aparente. Los gastos orientados al fortalecimiento de la imagen particular de algunos senadores continúan.
Durante el año 2019, encontramos que se destinaron 2.8 millones de pesos en menos de tres meses para imprimir 9 mil ejemplares de dos libros orientados al fortalecimiento de imagen particular. De igual manera, de acuerdo con investigaciones de El País, durante el 2020 se comenzaron a contratar cursos de inglés para funcionarios, servicios de monitoreo en redes sociales, asesorías y producción de series.
El argumento que se ha utilizado desde los órganos de gobierno responsables de la administración de los recursos para justificar estos gastos innecesarios ha sido dar a conocer las reformas legislativas más trascendentes de la legislatura.
Como senador de la República, estoy a favor por completo de la austeridad republicana como una alternativa muy importante para redistribuir la riqueza y fortalecer programas sociales en beneficio del pueblo; tristemente, ha sido una austeridad simulada en la Cámara de Senadores.
El presidente Andrés Manuel recientemente anunció que pasaremos de la austeridad republicana a la pobreza franciscana, es decir una forma de pobreza auto aceptada con toda responsabilidad. La pobreza aceptada rechaza toda aquello que sobrepase las necesidades básicas.
El senado debería de aceptar y convertir en política pública esta práctica, pero ella no significa empobrecer a los demás. Todo lo ahorrado en nosotros mismos debe ser aplicado para el bienestar del pueblo. Los más grandes educadores y defensores de los derechos humanos desde el siglo XI.
Defenderemos la soberanía, la educación, la energía, la alimentación y al país desde la austeridad para ocupar cada peso de formas más inteligentes y patrióticas.